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Serie Especial: ¿Qué es el sionismo?: Ideología, poder y realidad más allá de la narrativa oficial. Capitulo III

Capítulo III | El Poder del Sionismo: Construcción del Estado y Estructuras Sociales. ¿Cómo se concretó el proyecto sionista en la creación del Estado de Israel? El rol del sionismo en las políticas de inmigración, la exclusión de la población árabe-palestina y la creación de instituciones clave como el ejército, el sistema educativo y el aparato de seguridad.

DE NUESTRA REDACCIÓN27/05/2025NeuquenNewsNeuquenNews
Judaismo
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Aquí abordamos cómo se gestaron instituciones como el Ejército de Defensa de Israel (IDF), el sistema educativo nacionalista, las agencias de seguridad y los organismos de inmigración judía. También analizamos el rol de los kibutzim, el sistema legal dual y la política de tierra: quién accede, quién queda fuera y cómo se reproduce el control social.

Este capítulo expone con claridad cómo la ideología se volvió estructura, y cómo esa estructura fue diseñada para sostener una hegemonía étnico-religiosa en nombre de una misión histórica.

III. El Poder del Sionismo: Construcción del Estado y Estructuras Sociales

El establecimiento del Estado de Israel en 1948 representó la culminación del proyecto sionista. Este hito fue moldeado por una confluencia de factores históricos, incluyendo las dos Guerras Mundiales, la desintegración del Imperio Otomano, el Mandato Británico en Palestina, el Holocausto y la creación de las Naciones Unidas. La labor diplomática de líderes sionistas como Chaim Weizmann fue crucial en este proceso.

El Sionismo como Ideología de Estado: Nacionalismo, Identidad y Cultura

Después de 1948, el sionismo trascendió su rol de movimiento político para convertirse en la doctrina oficial del Estado de Israel. Se autodefine como un "movimiento de liberación nacional"  y constituye un componente central de la identidad nacional israelí, enfatizando la profunda conexión entre el pueblo judío y la Tierra de Israel. Esto se manifiesta en la adopción del hebreo como lengua nacional  y el fomento de la responsabilidad mutua judía.

La consolidación de una identidad nacional hegemónica y sus contradicciones internas es un aspecto fundamental. La ideología oficial del Estado sionista busca fomentar una identidad nacional judía unificada. Sin embargo, este proceso implica una "ingeniería social" y el "ensamblaje de elementos cohesionadores" como la estandarización de la historia, los símbolos y los mitos. Esto sugiere que la identidad nacional no es puramente orgánica, sino una construcción deliberada. Además, el énfasis en una identidad judía singular  genera tensiones internas con la "diversidad e internacionalidad del pueblo judío"  y conduce a la supresión de voces disidentes. El rechazo del yidis  y la adopción de nuevos nombres hebreos  ilustran esta ingeniería cultural, cuyo objetivo es forjar una nueva identidad israelí "normal" y distinta de la experiencia de la diáspora.

Análisis Sociológico: Israel como "Etnocracia" y la Estratificación Social

Los análisis sociológicos a menudo describen a Israel como una "etnocracia", un Estado donde un grupo étnico dominante (los judíos) ejerce un control total sobre las instituciones estatales, la economía y el gobierno para preservar sus intereses específicos. Este concepto explica el vínculo intrínseco entre la identidad judía y el funcionamiento del Estado.

El impacto en las minorías, como los árabes-israelíes, drusos y filipinos, es significativo. Esta estructura etnocrática genera tensiones considerables en relación con la igualdad y los derechos de las minorías no judías. Los árabes-israelíes, que representan aproximadamente el 20% de la población, enfrentan segregación y disparidades en el acceso a recursos y oportunidades. La Ley del Retorno, que otorga ciudadanía automática a cualquier judío, refuerza esta identidad etnocrática.

La sociedad israelí se caracteriza por profundas "grietas" o divisiones, que conducen a la segregación religiosa (entre seculares y ortodoxos/haredim) y étnica (entre asquenazíes y sefardíes/mizrajíes, y entre judíos y árabes). Esto se manifiesta en la planificación urbana, los sistemas educativos y las interacciones sociales. Las élites asquenazíes han sido históricamente el grupo predominante y controlador, dominando el país desde su fundación e influyendo en los medios, la educación y las políticas estatales para mantener su hegemonía. 

El proyecto etno-nacionalista y su segregación interna tienen un impacto directo en la posibilidad de paz. El concepto de "etnocracia"  no es meramente descriptivo, sino que explica un mecanismo causal: la propia estructura del Estado, diseñada para favorecer a un grupo étnico dominante, crea y perpetúa inherentemente la estratificación y segregación social. Esto lleva a una "identidad nacional hegemónica arraigada" que "dificulta la adaptación y las soluciones pacíficas". El hecho de que el 79% de los judíos encuestados crea que Israel debe priorizar a los judíos  refuerza lo profundamente arraigada que está esta visión etnocéntrica, lo que hace que cualquier resolución equitativa del conflicto sea profundamente difícil. Las divisiones internas (religiosas, étnicas) dentro de la sociedad judía  complican aún más la gobernanza, ya que los partidos ultraortodoxos, por ejemplo, ejercen presión que puede conducir a políticas más extremas , impactando directamente la perpetuación del conflicto. Esto demuestra cómo las dinámicas sociales internas no son solo un reflejo, sino motores activos del conflicto.  

Poder Político y Gobernanza: Influencia de la Extrema Derecha y los Ultraortodoxos

El panorama político israelí ha experimentado un notable giro hacia la derecha, con el ascenso del sionismo religioso radical y los partidos ultraortodoxos, que han adquirido una influencia sustancial en el gobierno. Figuras como Itamar Ben Gvir y Bezalel Smotrich, que representan facciones ultranacionalistas y religiosamente celosas, ocupan ahora puestos ministeriales clave, abogando por una mayor colonización y una firme represión de los palestinos. Esto ha dado lugar a una "mayoría ideológicamente compacta" que impulsa un régimen cada vez menos liberal y potencialmente teocrático.   

El ascenso de los partidos de extrema derecha y ultraortodoxos  no es solo una tendencia política, sino una manifestación directa de que las corrientes ideológicas más extremas del sionismo están obteniendo el poder estatal. Esto crea un ciclo de retroalimentación: estos partidos, impulsados por reivindicaciones territoriales maximalistas  y visiones etnocéntricas , implementan políticas que intensifican la colonización y la represión. Esto, a su vez, exacerba el conflicto y afianza la naturaleza "etnocrática" del Estado, haciendo más elusivas las soluciones pacíficas. La "Ley del Estado Judío"  y la "Ley de la Nakba"  son ejemplos legislativos de esta captura ideológica del poder estatal, que impacta directamente los derechos y las narrativas de los ciudadanos no judíos.

Poder Económico y Militar: Colonización, Control de Recursos y Doctrina de Seguridad

El proyecto sionista ha implicado constantemente la "conquista de la tierra" y la creación de un Estado exclusivamente judío. Esto se ha manifestado en la compra a gran escala de terrenos  y, de manera crítica, en la ocupación y usurpación continua de tierras palestinas desde 1948, incluyendo el uso estratégico de asentamientos para aislar enclaves palestinos.

Desde el punto de vista económico, el conflicto tiene un impacto severo; las guerras de Israel han costado miles de millones y han afectado su PIB. La ocupación israelí también afecta la economía palestina mediante restricciones al acceso al trabajo, falsificación de nóminas, retención de fondos de seguridad social y control sobre recursos como el agua.  

En el ámbito militar, la doctrina de seguridad de Israel, como la "doctrina Dahiya", ha sido criticada por abogar por el "exterminio de esa misma población" cuando no se puede derrotar a las guerrillas. La industria militar de Israel está profundamente entrelazada con la de Estados Unidos.   

Más allá de la ideología, el poder del sionismo se materializa a través de medios económicos y militares. La "conquista de la tierra"  no es solo un evento histórico, sino un proceso continuo, respaldado por políticas económicas que desfavorecen a los palestinos  y una doctrina militar que apunta a la infraestructura civil. El costo económico del conflicto  y el entrelazamiento de las industrias militares  resaltan los intereses materiales en juego.

Esto demuestra que el proyecto se sostiene no solo por la creencia, sino por un sistema robusto de control de recursos, dominio militar y apalancamiento económico, que son parte integral de la "realidad" del conflicto. El "uso estratégico del agua"  es un ejemplo primordial de cómo el control de recursos se convierte en una herramienta de poder dentro del marco colonial.

Tabla 2: Dimensiones del Poder Sionista en la Realidad Israelí
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