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De Junín de los Andes al Centro Cultural Kirchner para homenajear a Favaloro

El músico neuquino Matías Medús, atravesó las fronteras del mundo con su ronroco y participó en un corto sobre el popular médico

ACTUALIDAD - CULTURA15/07/2023Neuquén NoticiasNeuquén Noticias
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Matías Medus, de Junín de Los Andes al Centro Cultural Néstor Kirchner

Sin poder dimensionar del todo, pero con una alegría enorme, Matías Medús hace un breve paréntesis para mirar hacia atrás y repasar cada capítulo de sus jóvenes e intensos 32 años y ver el valor de cada paso, cada experiencia que lo llevó de su Junín de los Andes natal a uno de los eventos más emocionantes en el Centro Cultural Kirchner: el homenaje a René Favaloro en la fecha que el popular y comprometido médico hubiera cumplido un siglo de vida y que -a modo de tributo- se convirtió en “Día Nacional de la Medicina Social”.

Aunque no tocó arriba del escenario, presenció desde una butaca privilegiada la música de Nahuel Pennisi y León Gieco -uno de sus referentes- y el resultado del corto Cicatrices, al que aportó desde la musicalización.
"Aún tengo ese 'wau', la sensación de haberlo logrado, de tantos años de esfuerzo y de espera activa, porque siempre estoy haciendo que sucedan las cosas . Yo no había visto el corte final, así que no sabía cómo se iba a escuchar. Había hecho el laburo de grabación, mezcla, masterización y sabía que sonaba bien, pero hasta que no lo escuché en el auditorio con la imagen, no se me fueron la ansiedad ni los nervios. Y la verdad es que sonó increíble. Fue la sensación de 'lo logramos", porque fue un laburo súper en equipo, un agradecimiento interno al grupo de músicos de amigos que apenas los convoqué para el proyecto, enseguida estuvieron ahí, con mucho amor", dijo Matías después de la galamatias-medus-3jpeg"Súper mágico, aunque no llego a dimensionar porque pasa todo muy rápido. Contento porque fue un aporte a la causa, así que también con esa tranquilidad", agregó.

El primer hito

La magia, en verdad, comenzó en su hogar en Junín de lo Andes donde "siempre se escuchó muchos cassettes de León Gieco, Silvio Rodríguez, Serrat" y Matías reveló, desde muy temprana edad, su faceta de cantante. Sin embargo, fue durante una edición de la Fiesta del Puestero -cuando apenas tenía 10 años- que tuvo la certeza de que la música era su elección de vida. Luego de ver una presentación de Luciano Pereira, todo el despliegue de instrumentos arriba del escenario y las emociones que generaba ese sonido impactante, llegó a su casa y anotició a sus padres de su decisión.

"Soy un afortunado que se haya tomado eso con tanta naturalidad, con tanta alegría y con tanto acompañamiento en mi familia. Enseguida mis viejos consiguieron una guitarra de un vecino, hasta que pudieron comprarme una. Después me anotaron en la Escuela de Música y cuando pudieron me compraron otro instrumento. Siempre con mucho sacrificio", recordó el neuquino que marcó tendencia dado que, más tarde, todos sus hermanos siguieron su camino.

"Algunos viven de la música, como yo; y otros no", dijo haciendo alusión a Emmanuel, que construyó una trayectoria como profesor de guitarra y en la Orquesta Ocasional de Rock Sinfónico; Sebastián, baterista de la banda Lunfardo; y Agustina, que si bien está abocada al estudio de la Geofísica, "es la más talentosa de los cuatro".matias-medus-5jpg

En su paso por la Escuela de Música, Matías quedó atravesado por las enseñanzas del maestro Juan Carlos Iraola. "Él llegó a Junín con un montón de data de música andina, con mucha energía para generar proyectos que apasionen a quienes éramos sus alumnos. De pronto éramos un montonazo de pibitos de 12 años en la orquesta, donde también había gente grande. Con él empecé a tocar el charango, la quena, el sikus. Eso fue clave porque aprender a tocar el charango a esa edad, me llevó después a tocar el ronroco, que es el instrumento al que hoy estoy dedicado y que me abrió todo un camino, incluida la posibilidad de componer música para cine", destacó.

"Con el ronroco fue amor a primera vista. Hice el primer acorde y dije 'me quedo acá para siempre'", enfatizó Matías al rememorar su primera incursión con el instrumento que llamó su atención de la mano de Gustavo Santaolalla y que con el tiempo se transformó en su mejor compañero de aventuras.

Compromiso social en el Alto Valle

Luego de tener distintas bandas de rock y de folclore durante la secundaria (donde aprendió a hacer música en forma colectiva y a relacionarla con la militancia social), Matías se instaló en General Roca para estudiar en el Instituto Universitario Patagónico de Artes (IUPA), pero después de unos años dejó el profesorado entusiasmado con la expansión de SongoLongo, la agrupación que "armé en el 2010 con un amigo".matias-medus-5jpg (1)

"Había perdido el interés en la formación académica y clásica de la guitarra y de alguna SongoLongo tenía todo lo que yo deseaba: el laburo profesional, laburo barrial, canciones con mensajes sociales, shows que eran una fiesta porque iba mucha gente. Fue una experiencia tremenda. Yo estuve durante 10 años en la banda, hicimos giras por todo el país. Tocamos en la Ex Esma, grabamos discos, en el Valle generamos un montón. Fue mi gran escuela en un montón de sentidos", manifestó con gratitud.

"En paralelo con un amigo viajábamos a Río Colorado y dábamos talleres de educación popular mechada con música. Para mi era importante transmitir la vivencia que había tenido en la adolescencia al pertenecer a un espacio de construcción colectiva y que sea a través de la música, me parecía súper sanador", comentó.

Por el mundo con la música como lenguaje universal

Amante de los viajes, no de esos que se hacen en modo turista sino de los que se emprenden "con la mochila vacía para volver cargada de experiencia vinculadas a la cultura y las personas de cada lugar", en el 2020 Matías decidió partir sin pasaje de vuelta. La idea era darle forma a su segundo álbum de "música nómada" con un repertorio que fusionara su impronta con "otros géneros y la parte más primitiva de los distintos folclores".

Tras una cautivante estadía por Islandia -donde pudo disfrutar de un fuego con vikingos "escuchándolos cantar y tocar varios instrumentos raros" en medio de una tormenta de nieve-, Matías llegó a Irlanda y también se dejó llevar por esos encuentros donde el lenguaje universal de los acordes, opacaba las diferencias lingüísticas.

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 "Yo estaba con el ronroco, y cuando me veían con el estuche, era inevitable que me inviten a tocar. Me pasó muchas veces de estar con gente con la que sólo me podía comunicar por señas, pero que a la hora de sacar los instrumentos teníamos un diálogo súper profundo. Esto me pasó sobre todo tocando en la calle, quizás no cruzaba una sola palabra pero estaba tocando algo compartido que trascendía el idioma", remarcó.

Esa travesía por Europa quedó signada por esos momentos "mágicos" pero también por la incertidumbre del coronavirus. Varado en Dublín, Matías vivió parte del confinamiento en una vivienda que compartía con otra argentina, un egipcio y una italiana. "Por suerte fui con un alquiler porque en un momento se cerró todo y fue medio tremendo porque de Italia llegaban muchas noticias con una gran cantidad de muertos. Era bastante heavy estar cerca del epicentro de la pandemia en ese momento, si bien en Irlanda la situación estaba bastante tranquila", deslizó.

"Por suerte me había llevado poca ropa pero muchos instrumentos, así que Música Nómada Volumen 2 lo empecé a componer ahí", agregó.

Finalmente en julio del 2020 Matías pudo regresar a la Argentina. Luego de materializar el disco, presentarlo en vivo (alentado y acompañado por sus amigos) y subirlo a varias plataformas como YouTube, su trabajo captó la atención de productores audiovisuales que terminaron convocándolo para varios proyectos, entre ellos el de componer para una biblioteca musical italiana destinada a generar música para cine y series.

En medio de esa vorágine, llegó la propuesta de Sonorámica, "uno de los estudios de grabación más grandes del país y latinoamérica que queda en Córdoba". Sin dudarlo, el neuquino tomó sus instrumentos y su mochila y se instaló en el Valle de Traslasierra donde disfruta de "un laburo increíble". "El estudio está en el medio del monte, es de primerísimo nivel. Yo vivo ahí, así que es todo muy mágico. Grabamos a personas que escuchamos toda la vida. Hace poco estuvo Zeta Bosio de Soda Stereo, Juana Molina, Trueno, un montón de músicos populares con los cuales convivo y aprendo un montonazo", resaltó con alegría.

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"Fue muy loco cómo se fue dando. El proyecto de mi vida, que era el viaje, se frustró. Sin embargo, eso da lugar a que me vaya a trabajar a uno de los mejores estudios de grabación que también es un sueño realizado y que no me para de abrir puertas para componer música para cine", subrayó. "Me llaman por el ronroco, porque yo compongo a través de ese instrumento y no hay mucha gente que se dedique a eso", añadió.

Musicalizar a un ícono de la medicina

La participación de Matías en Cicatrices, el corto que rinde tributo a René Favaloro, surgió a partir de que la directora Victoria Freidzon quedara deslumbrada por Música Nómada en Spotify.

"Fue un laburo muy en equipo con la directora, un proceso de varias instancias. Lo mío fue tratar de darle un plus a lo que ella quería mostrar. El trabajo me llevó a saber mucho más de cómo era Favaloro, su laburo, sus creencias, cómo era con la gente", contó.

"El grupo de amigos músicos que motorizó que tocara mis canciones en vivo, fueron los que me acompañaron también en esto. Los llamé y a los días estaban en Córdoba, dispuestos a grabar", añadió al dedicarles un sentido agradecimiento.

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 "Ser parte de esta historia y del homenaje a alguien como Favaloro, desde el lugar que me tocó, fue tremendo y un gran abrazo a tantos años de laburo. Le metí mucha garra porque lo hice a conciencia, apostando a lo colectivo, a construir, siempre para adelante", concluyó contento al ver los resultados de su labor en el CCK.

LM

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