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El lado oculto del GNL: un estudio muestra un impacto ambiental similar al carbón

Este impacto se debe principalmente a las fugas de metano durante la producción y transporte. Los hallazgos desafían la percepción del GNL como una opción más limpia y resaltan la urgencia de desarrollar nuevas tecnologías y prácticas sostenibles para mitigar su impacto climático

ENERGÍA08/10/2024Neuquén NoticiasNeuquén Noticias
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Un reciente estudio realizado por Robert W. Howarth, del Departamento de Ecología y Biología Evolutiva de la Universidad de Cornell, revela que las emisiones de gases de efecto invernadero del gas natural licuado (GNL) son un 33% superiores a las del carbón. Este impacto se debe principalmente a las fugas de metano durante la producción y transporte. Los hallazgos desafían la percepción del GNL como una opción más limpia y resaltan la urgencia de desarrollar nuevas tecnologías y prácticas sostenibles para mitigar su impacto climático.

El presente artículo expone un análisis detallado sobre las emisiones de gases de efecto invernadero asociadas al gas natural licuado (GNL), revelando un panorama complejo en el que el impacto ambiental del GNL resulta mayor al esperado, especialmente en comparación con otros combustibles fósiles como el carbón. Los datos reflejados en el estudio destacan el desafío que enfrenta la industria energética para asumir su responsabilidad en la mitigación del cambio climático. A pesar de que el GNL ha sido promovido como una opción más limpia, el estudio demuestra que las emisiones de metano a lo largo de la cadena de producción, licuefacción y transporte agravan significativamente su huella ambiental.


El informe sobre las emisiones de gases de efecto invernadero del gas natural licuado (GNL) resalta la necesidad de evaluar cuidadosamente el futuro de Argentina como exportador de GNL, especialmente desde la formación de Vaca Muerta. Aunque esta región tiene un potencial significativo para el desarrollo del gas de esquisto, las implicaciones ambientales de su producción y transporte son preocupantes. Las altas emisiones de metano y la huella de carbono del GNL plantean desafíos a la sostenibilidad y a la imagen del país como un proveedor responsable en el mercado global.

Para consolidar su posición como exportador, Argentina deberá adoptar tecnologías más limpias y prácticas sostenibles que mitiguen el impacto ambiental, al mismo tiempo que invierte en innovaciones que reduzcan las emisiones durante la producción y el transporte. La integración de políticas ambientales rigurosas será fundamental para asegurar que el crecimiento en la exportación de GNL de Vaca Muerta no comprometa los objetivos climáticos nacionales e internacionales.

Un escenario complejo y desafiante

Este escenario plantea la urgente necesidad de desarrollar nuevas tecnologías y adoptar prácticas más sostenibles que reduzcan las emisiones de metano y el consumo energético en el proceso de licuefacción. Asimismo, es crucial mejorar la eficiencia de los tanqueros utilizados para el transporte de GNL, minimizando las fugas de metano en sus sistemas de escape. En conjunto, este informe enfatiza la importancia de innovar en las prácticas industriales para lograr una transición energética más responsable y alineada con los objetivos climáticos globales.

Las exportaciones de gas natural licuado (GNL) de Estados Unidos han aumentado drásticamente desde que se levantó la prohibición de exportación de GNL en 2016, y actualmente Estados Unidos es el mayor exportador mundial. Este GNL se produce en gran parte a partir de gas de esquisto. La producción de gas de esquisto, así como la licuefacción para convertirlo en GNL y su transporte por barco, son procesos que consumen mucha energía, lo que contribuye significativamente a la huella de gases de efecto invernadero del GNL.

La producción y el transporte de gas de esquisto también emiten una cantidad considerable de metano, y los procesos de licuefacción y transporte en barcos tanqueros pueden aumentar aún más las emisiones de metano. Como consecuencia, el dióxido de carbono (CO₂) generado por la combustión final del GNL solo representa el 34% de la huella total de gases de efecto invernadero del GNL, cuando se comparan las emisiones de CO₂ y metano usando el potencial de calentamiento global a 20 años (GWP 20) tras la emisión.

Las emisiones de metano en las etapas de producción y transporte (upstream y midstream) son los mayores contribuyentes a la huella del GNL (38% de las emisiones totales, basado en GWP 20). Sumando las emisiones de CO₂ de la energía utilizada para producir GNL, las emisiones totales de las etapas upstream y midstream constituyen en promedio el 47% de la huella total de gases de efecto invernadero del GNL.

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Otros emisores significativos son el proceso de licuefacción (8.8% del total, en promedio, utilizando GWP 20) y el transporte en barcos tanqueros (5.5% del total, en promedio, utilizando GWP 20). Las emisiones de los tanqueros varían entre el 3.9% y el 8.1% dependiendo del tipo de barco. Sorprendentemente, los tanqueros más modernos, impulsados por motores de dos y cuatro tiempos, tienen mayores emisiones totales de gases de efecto invernadero que los tanqueros impulsados por vapor, a pesar de ser más eficientes en el consumo de combustible y emitir menos CO₂, debido a la “fuga de metano” en sus sistemas de escape.

En general, la huella de gases de efecto invernadero del GNL como fuente de combustible es un 33% mayor que la del carbón cuando se analiza utilizando GWP 20 (160 g de CO₂-equivalente/MJ vs. 120 g de CO₂-equivalente/MJ). Incluso si se considera un marco temporal de 100 años después de la emisión (GWP 100), lo cual subestima gravemente el daño climático del metano, la huella de GNL iguala o supera a la del carbón.

Análisis:

El estudio señala el impacto ambiental significativo del gas natural licuado (GNL), particularmente en términos de emisiones de gases de efecto invernadero. A partir de 2016, con la expansión de las exportaciones de GNL de Estados Unidos, se ha evidenciado un aumento notable en las emisiones relacionadas con su producción, licuefacción y transporte. El GNL, a menudo considerado un combustible más limpio que el carbón, presenta una compleja huella de carbono que involucra no solo el CO₂ emitido durante su combustión, sino también las emisiones de metano en las fases de producción y transporte.

Se destacan varios puntos críticos:

1-Metano en la cadena de producción y transporte: La producción de gas de esquisto y su transporte generan grandes cantidades de metano, un gas de efecto invernadero significativamente más potente que el CO₂. En la huella total del GNL, el metano es responsable del 38% de las emisiones (según GWP 20).

2 - Consumo energético en la licuefacción: La conversión del gas natural a GNL requiere una gran cantidad de energía, lo que contribuye al 8.8% de la huella total de emisiones. Además, la energía consumida en las fases upstream y midstream representa casi la mitad de la huella total del GNL (47%).

3 - Eficiencia de los tanqueros y “fuga de metano”: Aunque los tanqueros modernos son más eficientes en términos de consumo de combustible y emiten menos CO₂, tienen un problema de “fuga de metano” en sus sistemas de escape, lo que aumenta sus emisiones totales de gases de efecto invernadero. Esto lleva a que los tanqueros más avanzados tecnológicamente emitan más gases de efecto invernadero que los más antiguos.

4 - Comparación con el carbón: El GNL tiene una huella de gases de efecto invernadero un 33% mayor que la del carbón, si se considera un horizonte temporal de 20 años para el potencial de calentamiento global (GWP 20). Aunque se suele comparar el GNL con el carbón como una opción de energía más limpia, este estudio muestra que su impacto climático a corto plazo es mayor debido al metano.

5 - Perspectiva de 100 años (GWP 100): Aunque el análisis a 100 años (GWP 100) reduce la importancia relativa del metano en el cálculo de emisiones, el GNL sigue teniendo una huella de carbono comparable o mayor que la del carbón.

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Resumen:

Las exportaciones de gas natural licuado (GNL) de Estados Unidos, impulsadas por la extracción de gas de esquisto, posicionando al país como el principal exportador mundial de este recurso. El GNL, aunque a menudo se promueve como una alternativa más limpia frente a los combustibles fósiles tradicionales como el carbón, tiene una huella de gases de efecto invernadero considerablemente alta cuando se examinan todos los factores implicados en su producción, transporte y uso.

El proceso de producción de gas de esquisto y su posterior licuefacción y transporte en barcos tanqueros son actividades que requieren grandes cantidades de energía y generan emisiones significativas de gases contaminantes. Además del CO₂ emitido durante la combustión del GNL en su uso final, la cadena de producción y transporte del GNL libera grandes cantidades de metano, un gas de efecto invernadero con un impacto climático mucho mayor que el CO₂ a corto plazo.

El análisis muestra que las emisiones de metano provenientes de las etapas upstream y midstream (extracción, procesamiento y transporte del gas) son los mayores contribuyentes a la huella de carbono del GNL, representando el 38% de las emisiones totales si se considera un horizonte temporal de 20 años. La energía utilizada en la producción y licuefacción del GNL suma un 47% adicional a la huella total.

El transporte en barcos tanqueros también contribuye de manera importante, con variaciones entre un 3.9% y un 8.1% de las emisiones totales dependiendo del tipo de barco. Sorprendentemente, los tanqueros más modernos que operan con motores de dos y cuatro tiempos tienen mayores emisiones totales de gases de efecto invernadero que los tanqueros más antiguos impulsados por vapor, debido a la fuga de metano en sus sistemas de escape, a pesar de ser más eficientes en el consumo de combustible.

En conjunto, cuando se evalúa la huella del GNL utilizando el potencial de calentamiento global a 20 años (GWP 20), se concluye que es un 33% mayor que la del carbón, lo que contrasta con la percepción común de que el GNL es una opción de energía más limpia. Incluso utilizando un horizonte temporal más amplio de 100 años (GWP 100), que reduce la importancia del metano, la huella del GNL es comparable o superior a la del carbón.

Este estudio pone en duda la sostenibilidad del GNL como una solución climática a largo plazo y destaca la necesidad de considerar el impacto total de sus emisiones, especialmente las de metano, en el debate sobre las opciones energéticas y el cambio climático.

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