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La importancia estratégica de la región, una de las más militarizadas del planeta y en disputa entre potencias nucleares, la convierte en un foco de tensión de implicaciones globales.
Pocas regiones en el planeta son tan volátiles y están tan militarizadas como Cachemira. Inserta en medio del Himalaya y rodeada por tres potencias nucleares (India, Pakistán y China), el territorio ha sido durante mucho tiempo fuente de disputas regiones y ambiciones territoriales no resueltas.
Esa volatilidad se expresó con toda su magnitud esta semana. El martes 22 de abril de 2025, milicianos atacaron a un grupo de turistas en la zona de Cachemira controlada por India, dejando al menos 26 personas muertas e hiriendo a decenas más, en el peor asalto a civiles en esa región en años. India calificó lo sucedido como un ataque terrorista y culpó de lo ocurrido a Pakistán.
Por qué es importante
La región de Cachemira abarca unos 222.200 kilómetros cuadrados, una extensión similar a la de Rumania. El territorio, en el que confluyen intereses estratégicos, económicos y religiosos, está dividido entre India, Pakistán y China, pero es reclamado en su totalidad tanto por India como por Pakistán. La región alberga a unos 20 millones de habitantes, de los cuales unos 14,5 millones viven en la zona administrada por India, unos 6 millones en el sector bajo control de Pakistán y unos pocos miles en el área china.
La historia moderna del conflicto de Cachemira se remonta a 1947, cuando la India británica se dividió en dos: India, de mayoría hindú, y Pakistán, de mayoría musulmana. Lo que hoy constituye el territorio de la unión de Jammu y Cachemira -parte de la región más amplia de Cachemira- era gobernado en aquel entonces por el maharajá hindú Hari Singh, quien inicialmente se negó a formar parte de alguno de los dos países.
Eso cambió después de que guerrilleros paquistaníes intentaron apoderarse de la región y derrocarlo. El resultado fue la primera guerra entre India y Pakistán, cuando el maharajá buscó ayuda de India para enfrentar a los invasores y a cambio accedió a ceder su estado principesco a Nueva Delhi.
El reclamo de Pakistán sobre Cachemira se basa, entre otras cosas, en la afirmación de que la región, con su mayoría musulmana, debió haber pasado a formar parte del territorio paquistaní al momento de la partición de la India británica. India, en cambio, sostiene que el Instrumento de Adhesión firmado por Hari Singh hace que el reclamo indio sea legítimo y definitivo. Pero los juristas cuestionan la validez de un documento firmado bajo coacción.
El atentado en Pahalgam reavivó unas tensiones que, en todo caso, jamás han disminuido.
El tercero en la fila: China
Aunque India y Pakistán son los protagonistas de esta historia, China también posee una pieza estratégica del rompecabezas. En la parte noreste de la región, Shaksgam y Aksai Chin son administradas por el gigante asiático, pero reclamadas por India. Si bien el valle de Shaksgam apenas está habitado debido a su difícil geografía, Aksai Chin es crucial para la conectividad terrestre entre Tíbet y la región occidental de Xinjiang.
China estableció su control sobre Aksai Chin en la década de 1950 por medio de la construcción de una carretera que unía Xinjiang con Tíbet, atravesando un territorio reclamado por India. Este país se opuso a la presencia china en la zona, y las tensiones se intensificaron hasta la breve pero intensa guerra chino-india de 1962. Después de ese conflicto, China retuvo el control de Aksai Chin y lo ha administrado desde entonces. En los últimos años, Pekín ha ampliado su presencia militar a lo largo de la disputada Línea de Control Real, destinada a demarcar la frontera entre China e India, lo que ha llevado a frecuentes enfrentamientos entre tropas de ambos bandos.
¿Se desatará otra crisis?
Se cree que India mantiene más de 750.000 soldados en Jammu y Cachemira, fuerzas que se encuentran concentradas principalmente en el valle de Cachemira, de mayoría musulmana. Pakistán, en tanto, tiene estacionados a unos 120.000 militares a lo largo de la Línea de Control que separa sus regiones de las indias. En toda la región, Islamabad habría desplegado unos 230.000 hombres.
Los grupos insurgentes añaden otra capa de complejidad al escenario. La insurgencia armada en la Cachemira administrada por India, que comenzó a fines de la década de 1980, se ha sustentado en una combinación de descontento local y apoyo externo. India acusa a Pakistán de respaldar a los grupos radicales, algo que Islamabad rechaza.
En respuesta al ataque contra los turistas, India tomó una serie de medidas, incluida la degradación de las relaciones diplomáticas, el cierre de las fronteras terrestres y aéreas y la suspensión del Tratado de Aguas del Indo de 1960, que rige la repartición de las aguas de ese sistema fluvial. Pakistán había advertido previamente que cualquier interferencia en el funcionamiento de dicho tratado podría ser considerado un "acto de guerra”.
Esto ha llevado a un aumento en las especulaciones sobre una posible escalada militar, haciéndose eco de las tensiones de 2019, cuando un atentado suicida en Pulwama mató a 40 soldados indios. Esa vez, India respondió con ataques aéreos contra territorio paquistaní, poniendo a ambos países al borde de la guerra.
Ese mismo año, India revocó el artículo 370 de su Constitución, despojando a Jammu y Cachemira de su autonomía especial. La medida, condenada por Pakistán, provocó disturbios en la región. Desde entonces, la tensión se ha mantenido en niveles elevados, al punto de que otro conflicto sigue siendo una posibilidad cierta en la zona.
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