Epicureísmo: El arte de vivir con placer (y sin miedo)

Contra el prejuicio que asocia placer con desenfreno, el epicureísmo propone una ética de la moderación y la libertad interior. Lejos de la frivolidad, Epicuro enseñó a vivir bien con poco, a liberarse del miedo a los dioses y a la muerte, y a encontrar la dicha en los vínculos genuinos y la reflexión lúcida.

DE NUESTRA REDACCIÓN28/03/2025NeuquenNewsNeuquenNews
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La felicidad está en lo simple

En una época convulsionada por guerras, incertidumbre y cambios políticos, un filósofo encontró en un pequeño jardín de Atenas el espacio ideal para enseñar una forma de vida basada en la tranquilidad del alma. Ese filósofo fue Epicuro, y su escuela, fundada hacia el 307 a.C., se conoció como El Jardín.

Allí se vivía y se filosofaba lejos del bullicio de la ciudad, cultivando la conversación, la amistad y una vida modesta. Para Epicuro, el objetivo de la filosofía no era especular sobre el cosmos o escribir tratados complejos, sino aprender a vivir bien, sin miedos inútiles ni sufrimientos evitables.

Contra lo que se suele creer, el epicureísmo no promueve una vida hedonista en sentido vulgar, sino una existencia sobria, racional y gozosa. Su lema podría resumirse en una fórmula tan antigua como actual: menos es más.

 Placer, pero no cualquier placer

El epicureísmo se basa en una ética del placer (hedoné), pero no entendida como exceso o desenfreno, sino como ausencia de dolor físico y perturbación del alma. A esto lo llamó ataraxia (paz interior) y aponía (ausencia de dolor corporal).

  • Epicuro distingue entre tipos de placeres y, sobre todo, entre tipos de deseos:
  • Deseos naturales y necesarios: como comer, dormir, tener abrigo, cultivar amistades.
  • Deseos naturales pero no necesarios: como lujos, manjares exóticos, comodidad excesiva.
  • Deseos no naturales ni necesarios: como la fama, el poder, la riqueza desmedida.

Solo los primeros conducen a la verdadera felicidad. Los segundos pueden ser disfrutables si no generan dependencia. Los terceros deben ser evitados porque conducen a la angustia, la insatisfacción constante y la infelicidad.

Nada es suficiente para quien lo suficiente es poco.” Epicuro

El placer, entonces, no es una meta desenfrenada, sino un criterio ético de vida. Lo importante no es cuánto se tiene, sino si lo que se tiene libera o esclaviza.

Muerte y dioses: libertarse de lo que nos paraliza

Uno de los mayores aportes de Epicuro fue su enfoque valiente y lúcido sobre dos de las principales fuentes de angustia humana: la muerte y la religión.

En cuanto a la muerte, fue tajante:

“La muerte no es nada para nosotros, porque mientras existimos, la muerte no está, y cuando la muerte está, nosotros no existimos.”

Epicuro sostuvo que temerle es absurdo. La muerte es la disolución del cuerpo y del alma, compuestos de átomos, y no implica sufrimiento. El miedo a la muerte nace del desconocimiento y de las falsas creencias religiosas, que pintan castigos eternos y dioses caprichosos.

Por eso también combatió la superstición y la idea de que los dioses intervienen en la vida humana. Para Epicuro, los dioses existen (no era ateo en el sentido moderno), pero viven en un estado de perfección y no se interesan por los asuntos humanos. No castigan ni premian. Temerles es proyectar nuestros propios defectos en lo divino.

Liberarse de esos temores es el primer paso hacia la autonomía interior. Y esa autonomía se alimenta del conocimiento: de la física (para entender el mundo), de la ética (para ordenar los deseos) y del diálogo con los otros.

Amistad, prudencia y filosofía como modos de vida

Lejos del egoísmo individualista, Epicuro consideraba que la amistad es uno de los mayores placeres de la vida.

El Jardín era una comunidad de iguales, donde hombres y mujeres, libres y esclavos, compartían conocimientos y afecto.

No hay felicidad sin vínculos verdaderos. La prudencia, por su parte, es la madre de todas las virtudes, porque permite elegir qué placeres buscar, cuáles evitar y cómo vivir sin perturbar la armonía interior.

La filosofía, entonces, no es una teoría abstracta, sino una terapia del alma. Un arte cotidiano que se ejerce en la palabra, la elección y el silencio.

El que no se contenta con poco, no se contenta con nada.” Epicuro
 
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Legado y vigencia

Aunque muchas de sus obras se perdieron, el pensamiento de Epicuro ha influido en siglos de filosofía posterior. Su revalorización del placer moderado, su racionalismo, su materialismo atómico y su crítica a la superstición religiosa inspiraron al humanismo renacentista, al iluminismo moderno y a la filosofía contemporánea.

En tiempos de hiperconsumo, ansiedad social y miedos multiplicados, su mensaje resulta inesperadamente actual:

  • Aprender a vivir con poco.
  • Disfrutar lo que se tiene.
  • Elegir con conciencia.
  • Rodearse de amistades verdaderas.
  • No temer a lo inevitable.

Lejos del prejuicio que lo redujo a una caricatura del goce irresponsable, el epicureísmo nos invita a una vida lúcida, moderada y profundamente libre.

 
📍 En el próximo artículo:
👉 Cinismo — Rebeldía filosófica contra el artificio social

 

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