Un país para pocos: la economía de Milei es un paraíso para los especuladores y una tragedia para los argentinos

Darío Martínez, presidente del Partido Justicialista de Neuquén y diputado provincial, sostiene que la política económica de Javier Milei, lejos de impulsar un mercado verdaderamente libre, favorece a los especuladores en detrimento de la industria nacional y de los trabajadores. Según Martínez, las medidas de intervención cambiaria y el artificialmente bajo valor del dólar están forjando una burbuja financiera que, a mediano plazo, desencadenará una crisis social y productiva en Argentina.

POLÍTICA12/02/2025 Por: Darío Martínez (*)
Darío Martínez 1
Darío MartínezDiputado Provincial

La política económica de Javier Milei hace que Argentina sea cara para vivir y para venderle al mundo, pero ideal para la especulación financiera con una burbuja económica y un dólar atrasado a punto de explotar con todos adentro. 

En el esquema que aplica Milei convive una inconsistencia manifiesta en el manejo de las variables macro con un consistente perjuicio a la actividad productiva y a los sectores populares.

El dúo Milei - Caputo desarrolla desde diciembre de 2023 un esquema cuyo principal objetivo es bajar la inflación utilizando como ancla fundamental el valor del dólar. que necesitan mantener planchado. 

Para ello no utilizan sus declaradas herramientas de libertad de mercado, unificación del tipo de cambio en un ambiente de flotación  o libre movimiento de capitales, sino que mantiene una clara intervención cambiaria con el vigente cepo, más una política de desprendimiento de reservas, que el BCRA vende en los mercados financieros con el objeto, que va consiguiendo, de mantener también una sobreoferta de ese tipo de dólares.

Objetivamente, ninguna es una política liberal. Este esquema mantiene una intervención y control cambiario a costa de un mecanismo que va produciendo, como uno de sus efectos, la falta de acumulación de reservas. Esta política cambiaria, de anclar el valor del dólar o corregirlo levemente muy por debajo de los niveles de inflación, transformó el efecto de la inicial mega devaluación del 120%, en una licuación paulatina en el valor del dólar, generando un importante atraso cambiario.

De esta manera, el valor de los bienes producidos en nuestro país es más caro en dólares que los bienes producidos en el resto del mundo, que se abarataron en relación al poder de compra de nuestra moneda.

Es así que, con las medidas ya adoptadas de apertura y desprotección de la Industria Nacional, y con este valor de dólar, la producción nacional tiende a perder mercados internacionales por no poder competir con Industrias o productores de otros países, y, además lo mismo tiende a ocurrir con su posición en el mercado interno, ya que el mismo o similar producto pasa a ser más barato importarlo que producirlo en nuestro país.

Está claro que correlativamente, las empresas dedicadas a la producción industrial o agropecuaria tienden a reducir sus actividades o cerrar, y lo propio ocurre con los puestos de trabajo.

Así como es más barato importar productos manufacturados o intermedios, también lo es para productos hortícolas, cárnicos o alimenticios en general que ya empezamos a ver en las góndolas de los supermercados.

Entonces, crecerán las importaciones por sobre las exportaciones tradicionales, generando un efecto de balanza comercial deficitaria. Adicionalmente, la  herramienta de intervenir vendiendo reservas en los mercados paralelos y manteniendo el mecanismo de permitir que los productores agropecuarios liquiden solo el 80% de sus exportaciones generará un efecto negativo en cuanto a acumulación de reservas.

Es cierto que habrá un efecto positivo con el aumento de exportación de crudo de Vaca Muerta, la mejora de la balanza energética por sustitución de importaciones de GNL y líquidos y, en menor medida, por incremento de la exportación Minera, aunque este efecto será paulatino, y no compensará los efectos negativos mencionados.

Por tal razón, esta inconsistencia estructural, requiere de una fuente externa de dólares, agotados ya los efectos del blanqueo.

Por ejemplo, un acuerdo con el FMI que incluya un nuevo cronograma, más estirado de pagos, sumado a dinero fresco, pueden disfrazar por un tiempo y dilatar el estrangulamiento que provoca esta inconsistencia intrínseca, permitiéndole al Gobierno de Milei continuar extremando esta política.

El desfase del valor del dólar en relación al resto de los precios en nuestro país es palmario y se refleja tanto en el fenomenal incremento del turismo de Argentinos al exterior, aunque el total de argentinos que veranean haya descendido claramente, en el incremento de los costos en dólares que sufre la industria argentina para producir en relación a sus competencias de los demás países, en la gran diferencia de precios en dólares de canastas de productos básicos, indumentaria o calzado con países limítrofes, con o sin industria, o en la incapacidad que hoy tiene el BCRA de incrementar o, simplemente, mantener el nivel de las reservas.

Pero también, ese desfase queda evidenciado en la imposibilidad que hoy tiene el Gobierno de liberar el cepo y unificar el tipo de cambio en un mercado libre, sin que el valor del dólar se incremente y provoque un rebrote inflacionario.

De tal forma, y ante la debilidad manifiesta de su principal logro, el Gobierno de Milei se ata a mantener este plan a toda costa hasta llegar a las elecciones, a pesar de su inconsistencia y de sus perniciosos efectos para el país.

Por el contrario, el plan económico es absolutamente consistente en aumentar impuestos a los trabajadores, reponiendo el Impuesto a las Ganancias a los sueldos, y bajar impuestos a los sectores más ricos, a quienes les disminuye un, ya escaso, impuesto al patrimonio o bienes personales. 

Asimismo, a los sectores que más riqueza concentran los beneficia con una moratoria o blanqueo casi gratis, pero no dudó en eliminar la moratoria a los trabajadores que se acercan a su edad jubilatoria y por distintas razones no tienen los aportes requeridos.

La persistencia en el perjuicio de Milei y su política a los trabajadores se ve en los aumentos drásticos de las tarifas y la energía en general, muy por encima de la evolución de salarios, jubilaciones y demás recursos populares, provocando que cada vez estos gastos consumen una parte creciente de los ingresos de las familias argentinas, reduciéndose simultáneamente su poder de compra de otros bienes.

Para completar el cuadro, ese dólar barato y previsible, combinado con una tasa de interés mayor a esa tasa de devaluación anunciada, provoca que el negocio en Argentina no sea producir, sino dedicarse a una bicicleta financiera que otorga una tasa anual en dólares superior al 17% en dólares, que no se logra en ninguna parte del mundo. Negocio financiero que no solo practican los financistas concentrados, sino que se le presenta a cualquier empresario argentino de cualquier otra actividad.

Claro que esta bicicleta, tarde o temprano, será a costa de las reservas del BCRA, directa o indirectamente, provocando un desequilibrio cambiario que pagará directamente el pueblo argentino con una nueva crisis, más desocupación, caída de los salarios, deterioro del aparato productivo, de la infraestructura social y económica,  y de la educación y la salud pública.

Todo esto sucede mientras nos quieren convencer de que estamos mejor, de la estabilidad del dólar y de que el mercado vino a mejorar las cosas. Nunca nos dicen que ya empezamos a sufrir las consecuencias y que lo que viene va a ser más duro para los argentinos. 

(*)  Presidente del Partido Justicialista de Neuquén y diputado provincial.

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