SOS desde una Gaza colapsada, una catástrofe humanitaria aplaudida por occidente

Mohammed clama este ruego en mitad de otra noche a oscuras, apenas iluminada por los intensos bombardeos de Israel. Su voz, junto a la de oenegés y periodistas locales, es lo único que nos da acceso a una Franja irreconocible, al borde de una "inminente catástrofe de salud pública". Sin cese al fuego o entrada continua de ayuda humanitaria que incluya combustible, la sed, el hambre, las enfermedades y un apagón de los hospitales condenarán aún más a los palestinos del enclave.

INTERNACIONALES 30 de octubre de 2023 NeuquenNews NeuquenNews
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Palestinos buscan supervivientes y cuerpos de víctimas entre los escombros de los edificios destruidos durante un bombardeo israelí en Khan Younis, sur de la Franja de Gaza, el 26 de octubre de 2023. © Mahmud Hams / AFP

Desde el 10 de octubre, tres días después del inicio de la guerra entre Israel y Hamás, las llamadas, audios y textos de Mohammed Imad siempre arrancaban igual. "Estamos bien", decía preservando la fuerza. Sin embargo, hace un par de noches el tono de este representante farmacéutico de 26 años se agravó, con exclamaciones de "¡ya basta, no podemos aguantar más!", y la súplica "que se termine esta pesadilla".

Israel y Egipto siguen impidiendo que otros informadores podamos unirnos a los periodistas palestinos en la Franja de Gaza, que trabajan, sufren por sus familias y han perdido a al menos 22 colegas por culpa del asedio militar, el bloqueo y los bombardeos del Estado israelí. De ahí que individuos como Imad, y organizaciones humanitarias en el terreno, sean los ojos, los oídos y la voz de la destrucción del enclave.

SOS GAZA COLAPSO GUERRA ISRAEL HAMASUn hombre palestino se encuentra afuera del edificio destruido por el bombardeo israelí de la Franja de Gaza sobre Rafah, el 25 de octubre de 2023. © Hatem Ali / AP

También un termómetro, el cual primero alertó de una "catástrofe humanitaria" que requería una pausa para ayudar, y que ahora exige un alto el fuego por la amenaza de una "inminente catástrofe de salud pública", como señala la Organización Mundial de la Salud (OMS). Un llamado urgente ante la combinación de más de 7.000 muertos en "morgues repletas" o en fosas comunes, el hedor de 1.200 cuerpos bajo los escombros, el hacinamiento de 1,4 millones de desplazados por la fuerza y la falta de combustible que reactive las plantas de alcantarillado, residuos y desalinización del agua.

"No hay palabras que describan esto. Lo que se ve en las noticias no es nada con lo que está sucediendo", enfatiza Imad, cuyo sufrimiento es reflejo de tantos otros: separado del resto de su familia, refugiado en el sur con dos tías y sus hijos, con un hogar hecho ruinas y ya "sin nada" de agua ni qué comer.

"Caos total", "colapso" y "riesgo de convertirse en morgues"

Esta es la situación en los hospitales de la Franja, sobre todo en los de Al-Shifa y Al-Quds, que están ubicados en el norte, en Ciudad de Gaza. La Cruz Roja revela escenas de "caos total" y agotamiento del personal sanitario, que está atendiendo a los heridos entre las bombas y "quedándose sin combustible ni suministros médicos".

"Hace varios días que no pueden volver a casa, trabajando (en turnos de 24 horas) en las condiciones más duras e inimaginables", dice sobre el personal el jefe de la misión del CICR en Gaza, William Schomburg, quien añade que "hubo fuertes ataques a nuestro alrededor durante nuestra visita a Al-Quds y todo el hospital tembló. Los hospitales deberían ser santuarios para los heridos y los enfermos, y hoy la gente no se siente protegida en ellos".

AP GAZA HERIDOS HOSPITALES CONDICIONES CATASTROFEPalestinos heridos en bombardeos israelíes esperan ser tratados en un hospital en Deir Al-Balah, al sur de la Franja de Gaza, el 25 de octubre de 2023. © Hatem Moussa / AP

A cada bombardeo, las agencias de noticias muestran cómo se repite la secuencia: rescatistas y civiles que acuden a socorrer a los heridos y a sacar a aquellos aún vivos bajo las piedras y el hormigón; acto seguido, centros médicos tan "colapsados" que los heridos, incluidos los de gravedad, deben permanecer en el suelo; y a ello se suma que los pasillos de algunas instalaciones están repletos de refugiados que no tienen dónde resguardarse.

Un testimonio facilitado por Médicos Sin Fronteras retrata estas "terribles condiciones". Uno de sus cirujanos en Al-Shifa, el doctor Obeid, tuvo que amputar medio pie a un niño de 9 años, en el suelo, con una "ligera sedación" y con su madre y su hermana en silla de ruedas presentes.

"Nuestro quirófano estaba lleno. Empezamos a operar en el suelo (...) Le amputamos delante de su madre porque no hay espacio y la hermana esperaba ser operada a continuación. No os lo podéis imaginar. Esta niña de 13 años esperando a que la operaran, mirándome, mientras le amputaba medio pie a su hermano. Es lo mejor que podemos hacer. No podemos hacer más".

Cómo hacer más, cuando desde el día 12 de octubre el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) lleva alertando de lo peor: "A medida que Gaza se queda sin electricidad, los hospitales se quedan sin electricidad, lo que pone en riesgo a los recién nacidos en incubadoras y a pacientes ancianos que reciben oxígeno. La diálisis renal se detiene y no se pueden tomar radiografías. Los hospitales corren el riesgo de convertirse en morgues".

2023-10-23T102052Z_1720707324_RC2ZX3APFB9K_RTRMADP_3_ISRAEL-PALESTINIANS-GAZA-BABIES (1)Decenas de bebés prematuros dependen de la electricidad para sobrevivir en sus incubadoras, como en este hospital de Al-Shifa, en Ciudad de Gaza, el 22 de octubre de 2023. © Stringer / Reuters

12 de 35 hospitales ya han tenido que parar sus servicios "debido a los daños causados por las hostilidades o la falta de combustible". También 46 de 72 clínicas de atención primaria. Con todo, en declaraciones de la Oficina para Asuntos Humanitarios de la ONU (OCHA), "se ha incrementado la presión sobre los centros aún operativos" no solo para tratar a heridos, sino a pacientes crónicos, entre ellos los que tienen cáncer y han visto anuladas sus quimioterapias.

Sin combustible, la vida en Gaza se apagará

"Yo estaba en Europa el mes pasado. En Grecia, Suecia, Suiza...". Mohammed Imad asegura que hablar o escribir a alguien lo calma. Manda fotografías sobre el viaje que rememora frente a su única luz, una vela roja casi fundida.

Los barrios gazatíes —algunos arrasados por completo en Beit Hanoun, Beit Lahia o el campo de refugiados de Ash Shati'— han pasado de cortes de luz de horas o días, a una oscuridad plena en las noches, apenas iluminadas por velas, linternas o el impacto de las bombas israelíes.

El combustible es en este instante la urgencia mayor y la línea entre la falta de humanidad y el infierno en Gaza.

Pues, a la luz necesaria para no desconectarse del mundo o que los hospitales no entren en "catástrofe humanitaria inimaginable" (como reiteró la OMS), esta energía es vital para hacer funcionar las desalinizadoras que transforman el agua en una potable, alimentar a la población o poner en marcha las plantas de saneamiento de residuos y alcantarillado.

Por ejemplo, en el caso de estas plantas, su parálisis está empezando a causar ciertas enfermedades infecciosas —y así lo desarrolla al final de este programa de 'Salud' nuestra compañera Mar Romero Sala— como varicela, sarna o la diarrea, que se propagan con más rapidez debido al hacinamiento.

Aunque la Agencia de la ONU para los Refugiados Palestinos (UNRWA) —la mayor en Gaza, que da cobijo por encima de sus capacidades a más de 600.000 palestinos desplazados y que ha sufrido la muerte de 39 empleados– está a un chasquido de frenar sus operaciones por falta de combustible, Israel sigue sin dejar entrar este material so pretexto de que llegue a manos de Hamás.

Este, sin embargo, es clave también para repartir la poca agua y comida que ha podido entrar por el paso egipcio de Rafah, donde se acumulan toneladas de suministros básicos, pero sin un acceso ininterrumpido solo hemos visto 74 camiones en seis días, cuando mínimo se requieren 100 por jornada.

"Sin combustible, no habrá agua ni panaderías; la ayuda no llegará a quienes la necesitan desesperadamente. Sin combustible, no habrá asistencia humanitaria. La falta de combustible estrangulará aún más al pueblo de Gaza".

Las declaraciones del director general de UNRWA, Philippe Lazzarini, transmiten la desesperación de muchas ONG, las cuales, ante el peligro de que no haya cese al fuego o nada cambie, han elevado sus anuncios. La líder regional de Oxfam, Sally Abi Khalil, acusó a Israel de usar "el hambre como arma de guerra contra los civiles de Gaza (...) que están siendo castigados colectivamente a la vista del mundo".

"Cada momento estamos viendo y esperando a la muerte"

Estas consecuencias las sufren y sufrirán personas concretas como el traductor palestino-estadounidense Jason Shawa y su familia, que al cierre de este escrito había viajado del sur al norte en busca de una cocinilla a gas; o los célebres en redes Bisan Owda o Muhammad Smiry, quienes en cada amanecer se reportan, como Imad, "vivos".

"¿No estamos todos esperando el próximo ataque? Es muy difícil mantener una actitud positiva. Me pregunto si esta máquina de matar algún día dejará de acabar con las familias. Mi 'timeline' está lleno de mensajes de condolencias", expresa en la plataforma X Najla, trabajadora humanitaria y mujer de Jason.

Sin precedentes y de forma indiscriminada, Israel ha lanzado en Gaza más de 7.000 bombas, inhabilitando más de 28.000 viviendas y escenificando que el sur, donde pidió a más de 1,1 millones de palestinos marcharse "por su seguridad", tampoco es lugar seguro. Ninguno lo es, menos para quienes duermen en las calles, donde una familia ha empezado a ponerse pulseras con el razonamiento de que si mueren serán localizados con más facilidad que un nombre escrito en brazos, abdomen y piernas.

2023-10-25T193858Z_780077394_RC2RZ3AGLGNM_RTRMADP_3_ISRAEL-PALESTINIANSUna mujer palestina se lamenta en el lugar de un ataque israelí contra un edificio residencial en la Ciudad de Gaza, el 25 de octubre de 2023. © Yasser Qudih / Reuters

Empieza a hacer frío, el dinero escasea, se gastan horas para encontrar en vano comida, y con más de la mitad de los muertos niños —Israel mató en 20 días a más menores que en dos décadas—, un reclamo, el del artista circense y padre Majid Elmosalami de 35 años: "Solo deseo que el mundo sepa que en Gaza queremos vivir como seres humanos (...) Lo que estamos viendo es una masacre que tiene que parar".

Muchos palestinos se sienten deshumanizados y cuestionados, y ese sentimiento se suma al peso de años de violencia y de daños en la salud mental. "Cada momento estamos viendo y esperando a la muerte —sentencia Imad—. No tenemos ninguna culpa para merecernos esto (...) yo nunca me voy a curar de lo que estoy viendo".

"Ojalá se termine, ojalá que sigamos vivos después de esta pesadilla".

france24.com

 

 

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