El costo de la estupidez: nuevo sistema financiero internacional

La estupidez es una enfermedad extraordinaria, no es el enfermo el que sufre por ella, sino los demás. (Voltaire)

INTERNACIONALES 04 de abril de 2022 Por: Lic. Alejandro Marcó del Pont
Estupidez

Moscú ha redoblado sus exigencias en relación a sus hostiles socios occidentales, los mismos que pueden confiscarle fácilmente en nombre de las «sanciones» sus reservas. Les solicitó se allanen a pagar en rublos por supetróleo, cereales, fertilizantes, carbón, metales, gas neón y otros productos básicos, además del gas natural, «Si quiere gasolina, encuentre rublos«.

El intento de Occidente de aislar a una de las naciones con enorme cantidad y diversidad de recursos naturales es un acto irracional y autodestructivo, que provocó aumento de los precios para los consumidores mundiales, y llevará seguramente tanto a Europa, Estados Unidos y al mundo a la recesión. Como si esta torpeza no fuera suficiente, se congelaron los bonos del Tesoro norteamericano donde los rusos depositaban sus ahorros de la venta de recursos naturales; doble error. Mientras se transita este camino, veremos qué tan lleno de espinas se encuentra.

Entre tanto, los ejemplos del impacto de las sanciones se multiplican en el mundo y Rusia no ha movido un dedo contra las sanciones. El alto representante de la Unión Europea para Política Exterior, Josep Borrell, una especie de Macri europeo por sus dichos y su estupidez –en todos lados se cuecen habas–, propuso como solución para reducir la dependencia energética de Rusia y sortear los precios disparados en el gas y la electricidad. Asestar un golpe a las finanzas de Vladimir  Putin, haciendo que los europeos, en un esfuerzo colectivo, «reduzcan el consumo de gas en casa» bajando la calefacción». Un verdadero iluminado. O sea, Europa paga más caro el gas a Estados Unidos y todos contentos, con el bolsillo y el frío de la sociedad comunitaria.

Con el mismo atrevimiento, el presidente Joe Biden realizó una conferencia de prensa desde Bruselas, después de la sesión extraordinaria de la OTAN, y sin ruborizarse y suelto de cuerpo manifestó que la escasez de alimentos «va a ser real» y el «precio de las sanciones no solo se impone a Rusia, sino también se impone a una gran cantidad de países, incluidos los países europeos y nuestro país también”. No teman, los votantes americanos piensan lo mismo que los que están leyendo estas líneas. La política exterior americana no está dando internamente los frutos esperados, el 70% de los americanos cree el actual gobierno que no puede manejar la guerra.

Los líderes europeos, por su parte, que se han vuelto muy aficionados a la idea de liberar a sus economías de la dependencia del petróleo y el gas rusos, no parecen distinguir deseos de realidad. En el mundo real, desafortunadamente, los números de este anhelo simplemente no tienen sentido. Según el Financial Times, la promesa de Washington de alejar a Europa del gas ruso, impulsando las exportaciones de GNL estadounidense y otros oferentes, no cuadra.

Como recordatorio, se supone que el plan de los EE. UU. funcionará en tres pasos: primero, ayudará a la UE a asegurar el suministro de gas natural licuado a corto plazo para comenzar a desplazar al gas ruso. En segundo lugar, Europa trabajará «hacia el objetivo de garantizar» un mercado más grande para el gas de norteamericano para 2030. En tercer lugar, los EE.UU. ayudarían a Europa a acelerar su transición hacia las energías limpias. Como se ve, el negocio americano es monumental, solo los aterrados europeos pueden aceptar de buena manera y sin cuestionar todos los obstáculos que se presentan y que demuestran la imposibilidad de que esta patraña se cumpla. Lo han predicho desde Goldman Sachs hasta organismo especialistas en energía, pasando por consultorías privadas y organismos internacionales. Si quieren seguir este dislate lo pueden profundizar con la lectura del artículo “El plan de Europa para impulsar las importaciones de GNL de EEUU, en otros lugares enfrenta grandes obstáculos” de Tyler Durden.

Una tras otra las medidas implementadas son un fracaso para el consumidor y un gran negocio para las empresas energéticas. Aun así, hay errores más costosos que se vienen madurando desde hace tiempo, pero ahora se están precipitando. La participación del dólar en las monedas de reserva global ha disminuido constantemente durante los últimos 20 años, a medida que los bancos centrales recurren a monedas no tradicionales, incluido el renminbi, para diversificar sus tenencias, todo esto sin guerra en puerta.

Estos datos salen del último trabajo del FMI, “La erosión sigilosa del dominio del dólar: diversificadores activos y el auge de las monedas de reserva no tradicionales”. Lo sorprendente es que la disminución de la participación del dólar no ha ido acompañada de un aumento de la participación de la libra esterlina, el yen y el euro, otras monedas y unidades de reserva de larga data que, junto con el dólar, han constituido históricamente los Derechos Especiales de Giro del FMI. El cambio de dólares ha sido en dos direcciones: una cuarta parte hacia el renminbi chino, y tres cuartas partes en las monedas de países más pequeños que han desempeñado un papel más limitado como moneda de reserva.

En síntesis, el FMI concluye que aún no se ha llegado a poner en riesgo al área dólar, pero el tiempo corre más rápido de lo que la Secretaria del Tesoro de los EE.UU., Janet Yellen, podría darse cuenta. Con las sanciones a Rusia, al apoderarse de varios cientos de miles de millones de dólares de las reservas del banco central, Washington ha cuestionado la lógica del sistema financiero existente, alentando al resto del mundo a “repensar las tenencias de reservas de divisas”, como lo expresó el FMI.

Estados Unidos tiene un déficit de cuenta corriente de un billón de dólares al año y lo financia vendiendo activos de reserva –dólares– o captando ahorros del mundo que compran bonos del Tesoro americano. Es decir, las inversiones en deuda americana es fiable porque, tienen la máquina de hacer dólares, para pagar, y ostentan la seguridad de ser inviolables, por tener de custodia un monstruoso aparato bélico. La caja de seguridad está a salvo. La amenaza que el propio Estados Unidos ha impuesto al área dólar se reduce a que el mundo deje de prestar o financiar el billón de dólares al año que Estados Unidos necesita. Si otras monedas compitieran con el dólar, o los países entienden que depositar sus ahorros en dólares es un riesgo, cambiarían, por ejemplo, al pretroyuan. Cada porcentaje de desvió del área dólar por otra moneda o bono es la parte que se deja de financiar del déficit americano.

En un exquisito artículo, Alastair Crooke sintetiza el disparate americano. Occidente decretó que las tenencias de la reserva soberana rusa en euros, dólares y bonos del Tesoro de los EE.UU. ya no eran “dinero bueno”. No tenían valor como “dinero” para pagar las deudas rusas a sus acreedores extranjeros. El mensaje ahora es bastante claro: si con solo presionar un botón, un estado importante del G20 puede ver que se apoderan de sus reservas, entonces, aquellos que todavía las tienen en Nueva York, deben poner sus barbas en remojo y diversificarlas a otro lugar mientras sea posible.

Ahora, más que nunca, hay que preguntarse, ¿qué piensan aquellos que creían que los bonos soberanos de EE.UU. (Treasuries) eran “dinero inviolable y seguro”? Bueno, EE.UU. acaba de declarar nulos y sin efecto esos bonos estadounidenses que son de propiedad del Banco Central de Rusia. Algo parecido pasa con el oro, aunque aquí hay algunas discusiones sobre si se encuentra en Rusia o en otros bancos centrales, lo importante es que se puede congelar. Con el precedente ruso, las autoridades estadounidenses pueden confiscar fácilmente 6.000 toneladas de oro del mundo con solo pulsar un botón. Y por qué no hacerlo, el oro está ahí para apoderárselo. Entonces, ¿por qué los Estados extranjeros querrían seguir manteniendo su oro en Nueva York?

La hegemonía estadounidense sobre el llamado “orden basado en reglas” ha pasado de ser un orden militar a uno fundado en disposiciones financieras, o se han aplicado sanciones financieras a movimientos geopolíticos. Es decir, cualquier país que no acepte este “orden” se expone a una sanción financiera del Tesoro estadounidense. Lo que no se puede es equiparar rivales en la toma botines de guerra. Y en este caso es una potencia nuclear. Más que Rusia, los saqueadores representan el 11% de la población mundial, Canadá, Estados Unidos, UE, Reino Unido y Japón, que alcanzan los 1.000 millones de personas, mientras que los restantes 6.900 millones de habitantes del mundo carece de interés por la guerra o no están de acuerdo con el saqueo.

Con esta lógica, el presidente Joe Biden firmó una orden ejecutiva que permite a Estados Unidos disponer de 7.000 millones de dólares del Banco Central de Afganistán, depositados en instituciones financieras estadounidenses y que fueron congelados tras el regreso al poder el pasado verano de los talibanes. Se trata de una medida inusual, según Washington, aunque no estén de acuerdo iraníes, iraquíes y rusos, ya que en todos los casos se tomó posesión de sus activos para ser depositados en una cuenta de la Reserva Federal de Nueva York. Misma barbaridad realizó la Corte Suprema de Reino Unido cuando falló a favor del líder opositor Juan Guaidó, que había apelado al alto tribunal en la disputa sobre si es él o el presidente Nicolás Maduro era quien debía controlar el oro depositado en Londres, unos U$S 1.000 millones, que siguen en la capital británica.

Destronar al dólar como moneda de reserva mundial no es algo que pueda suceder de la noche a la mañana, y no es algo que pueda hacer un solo país. La larga batalla de Rusia contra el dólar es más una insurgencia que una guerra. Desde las sanciones en respuesta a la anexión de Crimea, por parte de Rusia en 2014, comenzó su lucha contra la debilidad financiera en su intento de oponerse a Occidente. Desde entonces, Rusia ha tomado medidas para reducir su exposición al dólar, previendo exactamente el tipo de sanciones de amplio alcance recientemente impuestas. Según una estimación, la proporción de las exportaciones de Rusia denominadas en dólares cayó del 80% en 2014 a alrededor al 40% en la actualidad. En el mismo período, el Banco Central de Rusia redujo a la mitad sus reservas en dólares, cambiando al euro, el yuan y otras monedas. Para 2019, Rusia poseía una cuarta parte de todas las reservas de yuanes del mundo.

Durante años, tanto Rusia como China han tratado de alejarse del dólar, un intento conocido como desdolarización. Los dos países dieron un gran paso en esa dirección en 2019. En el primer trimestre de 2020, la participación del dólar en el comercio entre Rusia y China cayó por debajo del 50% por primera vez. Hasta 2015, aproximadamente, el 90% de las transacciones bilaterales se realizaron en dólares. Muchos esperaban que la alianza entre Rusia y China fuera militar, de hecho lo es, o una alianza comercial, pero ahora se está moviendo más en la dirección bancaria y financiera, y eso es lo que puede garantizar la independencia de ambos países.

Moscú y Pekín llegaron a un acuerdo durante 2019 para reemplazar el dólar con monedas nacionales para los acuerdos internacionales entre ellos. El pacto también exigía que las dos partes desarrollaran mecanismos de pago alternativos a la red SWIFT, dominada por Estados Unidos para realizar operaciones comerciales en rublos y yuanes.

A principios de este año, el Kremlin otorgó permiso al fondo de riqueza soberana de Rusia para comenzar a invertir en yuanes y bonos estatales chinos. El impulso de Rusia para acumular yuanes no se trata solo de diversificar sus reservas de divisas, también quiere alentar a Beijing a que se vuelva más asertivo al desafiar el liderazgo económico global de Washington.

Sergei Glazyev, Ministro a cargo de Integración y Macroeconomía de la Comisión Económica Euroasiática, presentó sus propuestas sobre la creación del sistema monetario y financiero nacional, basado en la moneda de la Unión Económica Euroasiática, durante el foro en línea «Acoplamiento de la EAEU y la Iniciativa de la Franja y la Ruta de China». Según él, lo más importante es estabilizar los tipos de cambio de las monedas nacionales. «Ya es hora de firmar un acuerdo entre los Estados de la Unión Económica Euroasiática para garantizar la estabilización de los tipos de cambio y crear una “unión monetaria” similar a la que existía en la Unión Europea.

Además, es necesario persuadir a otros países para que muten a este nuevo sistema monetario. El cambio a un mundo post dólar solo puede ocurrir con la adopción generalizada de otra moneda; hasta ahora, pocos países, con la excepción de Irán, que también está fuertemente sancionado por Occidente, parecían interesados, pero la voracidad americana ha logrado que Estados Unidos sea el mayor opositor al área dólar.

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