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¿Cómo ayudar a niños hiperactivos a manejar su energía?

Desde un enfoque psicológico, la hiperactividad se entiende como una dificultad para regular la actividad motora y la atención

ACTUALIDAD12/11/2024Neuquén NoticiasNeuquén Noticias
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La hiperactividad forma parte de un espectro más amplio, que puede incluir el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH). Sin embargo, es importante diferenciar entre la energía normal de un niño y una hiperactividad que podría afectar su desarrollo social, emocional y académico.

Desde un enfoque psicológico, la hiperactividad se entiende como una dificultad para regular la actividad motora y la atención. Los niños hiperactivos pueden mostrar comportamientos como moverse constantemente, interrumpir a otros, saltar de una actividad a otra sin completarla y tener dificultades para esperar su turno.

1. Comprender la hiperactividad en niños

Factores clave a considerar:

Neurológicos: Algunos estudios sugieren que la hiperactividad está relacionada con desequilibrios en neurotransmisores como la dopamina y la norepinefrina, esenciales para la atención y el autocontrol.

Genéticos y ambientales: Existe una predisposición genética, pero también factores ambientales como el estrés familiar, la falta de estructura en el hogar y las dificultades escolares pueden exacerbar la hiperactividad.

Etapas del desarrollo: En niños pequeños (2-5 años), es común una actividad elevada, pero si los comportamientos persisten y afectan sus relaciones o su capacidad para aprender, podría ser necesario intervenir.

2. Establecer rutinas consistentes

La rutina juega un papel esencial en la vida de un niño hiperactivo. La previsibilidad y la estructura ayudan a reducir la ansiedad y a proporcionar un marco donde el niño puede operar con mayor seguridad y menos impulsividad.

Beneficios psicológicos de las rutinas:

Regulación Emocional: Al saber qué esperar, el niño desarrolla un sentido de control, lo que reduce la frustración y los arrebatos emocionales.

Fomento de la autonomía: Una rutina bien estructurada permite al niño anticipar las actividades y prepararse para ellas de manera más independiente.

Refuerzo del aprendizaje: Actividades regulares como la hora de lectura, tareas y tiempo de juego refuerzan habilidades específicas y crean hábitos saludables.

Cómo implementar rutinas efectivas:

Consistencia: Establecer horarios fijos para comidas, tareas, juego y descanso. La repetición diaria ayuda al niño a interiorizar estas actividades.

Flexibilidad controlada: Aunque la consistencia es clave, también es importante dejar espacio para pequeñas variaciones que no rompan completamente la rutina.

Visualización: Utilizar calendarios visuales o gráficos con imágenes y colores para que el niño pueda seguir el orden del día. Esto es especialmente útil para los más pequeños.

Ejemplo práctico de rutina diaria:

Mañana: Despertar a la misma hora, desayuno y preparación para el día.
Tarde: Tiempo para tareas o actividades específicas, seguido de juego al aire libre o deporte.
Noche: Cena en familia, tiempo de relajación (como leer un cuento) y hora de dormir.

Con estas ampliaciones, los primeros pasos para manejar la hiperactividad adquieren una base sólida tanto desde la perspectiva psicológica como práctica.

3. Implementar técnicas de modificación de conducta

Las estrategias conductuales son fundamentales para manejar la hiperactividad:

Refuerzo Positivo: Elogiar y recompensar comportamientos adecuados aumenta la probabilidad de que se repitan. Por ejemplo, reconocer cuando el niño sigue instrucciones o completa una tarea.
Tiempo Fuera: Retirar al niño de una situación estimulante tras un comportamiento inapropiado le permite reflexionar y calmarse. Se recomienda un minuto de tiempo fuera por cada año de edad del niño. 

4. Fomentar el autocontrol

Enseñar técnicas de autocontrol es crucial:

Técnica de la tortuga: El niño imagina que es una tortuga que se esconde en su caparazón cuando se siente abrumado, ayudándole a controlar sus emociones. 

Auto instrucciones: Guiar al niño a través de pasos como "paro, pienso, actúo" le ayuda a desarrollar habilidades de autorregulación.

5. Colaboración con profesionales

Trabajar con psicólogos infantiles y terapeutas ocupacionales puede proporcionar estrategias personalizadas y apoyo continuo. La terapia conductual es especialmente efectiva en niños pequeños y se recomienda como tratamiento inicial. 

6. Educación y apoyo a padres y cuidadores

La formación en manejo conductual permite a los padres implementar técnicas efectivas en el hogar, mejorando la relación con el niño y reduciendo comportamientos problemáticos. 

7. Adaptaciones en el entorno escolar

Colaborar con educadores para establecer estrategias que faciliten el aprendizaje y la integración del niño en el aula es esencial. Esto puede incluir adaptaciones curriculares y técnicas de manejo conductual en el entorno escolar. 

8. Promover actividades físicas y recreativas

La actividad física regular ayuda a canalizar la energía y mejora la concentración. Involucrar al niño en deportes o juegos activos puede ser beneficioso.

9. Mantener una comunicación abierta y empática

Escuchar al niño y validar sus sentimientos fortalece la relación y le brinda seguridad emocional.

Implementar estas estrategias de manera consistente y adaptada a las necesidades individuales del niño puede conducir a mejoras significativas en su comportamiento y bienestar general.

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