Tres tristes tacaños

Aunque cueste comprenderlo (porque ni ellos mismos lo pueden explicar), dos diputadas y un diputado de Juntos por el Cambio votaron en contra del boleto estudiantil gratuito para todos los estudiantes de la provincia de Neuquén, desde el jardín de infantes hasta la universidad. La historia los dejó solos -sumidos en el aislamiento de sus propias mezquindades- y el proyecto se convirtió en ley.
Los tres tristes tacaños son Leticia Esteves (PRO), Ayelén Quiroga (Nuevo Compromiso Neuquino) y un tal Luis Aquín (ignoto ciudadano devenido en legislador, cuya procedencia se desconoce, pero tampoco interesa; así que lo mismo da).
El boleto gratuito -que ya se implementó tanto en Neuquén como en Zapala, por decisión de sus intendentes Mariano Gaido y Carlos Koopmann- regirá en toda la provincia a partir del ciclo lectivo 2023.
Será fundamental para aquellos adolescentes y jóvenes que residen en pequeñas localidades, y deben recorrer varios kilómetros para poder formarse; es decir para construir sus futuros. Estos neuquinos y neuquinas realizan un importante esfuerzo que los tres tristes tacaños parecen no comprender, desde la comodidad de sus despachos.
Son mezquinos con los neuquinos a los que deberían representar, pero tal vez sean generosos con sus viáticos y asesores, que al igual que ellos perciben altos sueldos del Estado.
La cuestión del boleto tiene, además, un fuerte contenido histórico y moral. El reclamo por el boleto comenzó en la ciudad de La Plata, el 16 de septiembre de 1976, cuando chicos y chicas de distintas escuelas secundarias reclamaron el boleto estudiantil y fueron reprimidos y secuestrados por la sangrienta dictadura militar que padeció nuestro país. Aquel crimen se conoció como La Noche de los Lápices.
Lamentablemente, varios de esos adolescentes fueron desaparecidos. Pablo Díaz sobrevivió y hace unos pocos días abrazó a Koopmann, emocionado con el reconocimiento a la nueva generación neuquina. Los tres tristes tacaños deberían tomar nota de ello.