
Hay personas que parecen tener un don: siempre están ahí. Son las que escuchan sin mirar el reloj, las que preparan el café cuando alguien necesita hablar, las que cargan las mochilas emocionales ajenas sin que nadie se los pida. Son quienes sostienen, acompañan, cuidan. Pero, en silencio, a veces sienten que el alma se les va agotando.















