De vuelta al aula: militares argentinos se entrenan en la cuna de la Doctrina de Seguridad Nacional

Mientras crece la protesta social en el país, el gobierno de Javier Milei envía tropas a entrenarse en Fort Moore, la ex Fort Benning, donde se formaron represores de las dictaduras del Cono Sur. La historia, la memoria y los riesgos de revivir una doctrina que marcó a fuego la Argentina de los años 70.

ACTUALIDAD08/07/2025NeuquenNewsNeuquenNews
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Militares argentinos, iniciando una capacitación especial en EEUU, con la Guardia Nacional de Georgia.

Hay decisiones de Estado que no necesitan mucha interpretación. Bastan las coordenadas. Fort Moore, junio de 2025. Militares argentinos entrenando en la ex Fort Benning. El mismo suelo donde décadas atrás se dictaban, en español y con acento imperial, las lecciones de la Doctrina de Seguridad Nacional. Sí, esa. La del "enemigo interno", la de los centros clandestinos, la de los vuelos de la muerte.

No es una coincidencia. Es una continuidad. Y hay que decirlo sin rodeos, aunque moleste a los modernos custodios de la "libertad" que aplauden cuando se reprime a un jubilado.

El gobierno de Javier Milei no sólo recita el catecismo de Chicago; ahora parece decidido a revivir los manuales de contrainsurgencia del Pentágono. La ministra Patricia Bullrich, más preocupada por erradicar piquetes que por prevenir femicidios o delitos económicos, se encarga de marcar la cancha: la protesta social es una amenaza, los manifestantes son enemigos, la calle es un campo de batalla.

El Mayor General estadounidense Konata Crumbly y Brigadier argentino Gustavo Javier Valverde

El Mayor General estadounidense Konata Crumbly y Brigadier argentino Gustavo Javier Valverde, luego de la firma que renueva el convenio que inauguró Mauricio Macri.

Y mientras en Buenos Aires se avanza con gases, en Georgia se firma con sonrisas. El Mayor General Konata Crumbly y el brigadier argentino Gustavo Javier Valverde sellan un acuerdo que huele más a pasado que a futuro. Lo llaman “interoperabilidad”. Le dicen “cooperación técnica”. Pero en el fondo, es una manera de volver a entrenar a los soldados en el viejo arte de domesticar pueblos rebeldes.

Según informó el medio especializado Info Defensa, efectivos de las Fuerzas Armadas argentinas realizaron en junio ejercicios conjuntos con la Guardia Nacional del estado de Georgia en Fort Moore, anteriormente conocido como Fort Benning, una instalación militar estadounidense que albergó durante décadas a la controvertida Escuela de las Américas.

No importa cuántas veces se cambien los nombres: Fort Benning ahora es Fort Moore, como si el simple cambio de cartel pudiera borrar su historia. Como si renombrar al verdugo lo convirtiera en maestro de paz.

La Escuela de las Américas no fue un centro académico: fue un laboratorio de represión. De ahí salieron muchos de los que aplicaron la picana en la Argentina del 76. Y si hoy volvemos a esos salones, ¿qué esperamos aprender?

Los defensores de esta "nueva etapa" dirán que el contexto es otro, que vivimos en democracia. Pero la democracia no es una marca registrada, es un ejercicio cotidiano que se pone en duda cada vez que se criminaliza a quien se organiza, a quien levanta la voz, a quien resiste. Cuando se militariza la política, cuando se judicializa la protesta, cuando se abren puertas a doctrinas extranjeras que entienden a la sociedad como un blanco móvil, no estamos profundizando la democracia: la estamos horadando desde dentro.

Hay símbolos que deberían ser intocables. Fort Benning es uno de ellos. Y si alguien no entiende por qué resulta ofensivo volver allí, que mire los pañuelos blancos en la Plaza, que lea los nombres en las baldosas, que escuche los gritos de los desaparecidos que siguen pidiendo memoria.

La memoria como advertencia

Tras la recuperación democrática en 1983, Argentina avanzó en la consolidación del poder civil sobre las Fuerzas Armadas y en una política de memoria, verdad y justicia que se transformó en ejemplo a nivel internacional. Los juicios por delitos de lesa humanidad, la anulación de las leyes de impunidad y el compromiso con una doctrina militar centrada en la defensa externa del país fueron parte de ese proceso.

Es por eso que la reactivación de vínculos con instituciones que remiten al pasado represivo genera inquietud. Para el CELS, la clave está en la transparencia: “Que no se repita la opacidad de los 70, cuando EE.UU. formó militares que luego usaron ese conocimiento para torturar”, señalaron desde el organismo.

Es cierto: no estamos en 1976. Pero los ecos de entonces retumban cuando se abren puertas que debieron haberse cerrado para siempre. La Doctrina de Seguridad Nacional no fue un error: fue un crimen planificado con rigor militar y cobertura diplomática. Volver a entrenar allí es como estudiar derechos humanos en Abu Ghraib.

¿De verdad necesitamos ese saber? ¿Es ese el futuro que queremos construir?

Decía Rodolfo Walsh que “la libertad no se implora, se conquista”. Pero también la historia nos enseña que lo conquistado puede perderse cuando la amnesia se institucionaliza. Cuando en nombre de la eficiencia se renuncia a la ética. Cuando, por querer parecer fuertes, volvemos a ser serviles.

Fuente: Agenda Malvinas

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