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Bielsa, ¿El comunista que no debería hablar?

A veces leemos en la red social antes llamada Twitter algunos publicaciones que nos llaman a reflexionar, un ejercicio no muy difundido por estas épocas de pensamiento binario y polarizado. Luego de vencer a Brasil, el DT argentino, Marcelo Bielsa realizó la habitual conferencia de prensa donde se refirió a la propiedad popular del fútbol y a la perdida de esta condición por razones económicas.

ACTUALIDAD08/07/2024NeuquenNewsNeuquenNews

Marcelo Bielsa Dt de UruguayEl fútbol se ha perdido como "propiedad del pueblo"

(*) Por Gabriel Rosenbaun: Ya saben: no suelo opinar –aquí, en Twitter– sobre fútbol. Y trato de evitar –al menos en los últimos tiempos– meterme en polémicas sin sentido, en discusiones estériles.

Pero hay veces que siento un fueguito interior, algo que quema. Y necesito ponerlo en palabras.

En primer lugar, etiquetar a alguien como “comunista” para invalidar su discurso o bajar el precio a sus ideas me parece de una pobreza intelectual tan penosa como inaceptable.

Si tuviéramos ganas de pensar o debatir en serio, agitar el “fantasma del comunismo” atrasaría décadas. Como mínimo, unas cuantas décadas (tampoco puedo ser ajeno al clima de época: el jefe de Estado agitó esa bandera y no le fue nada mal; y uno de los tuits más virales para criticar a Bielsa fue hecho por un pibe resentido, antes anónimo, ahora público: tan público que olvidó su alergia al Estado y aceptó un puesto importante en la estructura comunicacional del Gobierno).

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Pero vayamos a las palabras de Bielsa: habló sobre el fútbol como propiedad popular (y sobre la falta de acceso de los pobres a las bondades del capitalismo), reivindicó el fútbol sudamericano y criticó el “extractivismo” europeo cada vez más despiadado, cada vez más precoz.  

¿Tanto les duelen esas palabras? ¿Bielsa solo podría criticar o analizar si se va a la selva lacandona con el Subcomandante Marcos?  

¿Debería renunciar a sus laburos –muy bien pagos, por supuesto- para poder hablar sobre lo que preguntan?  

¿O le preguntan para que calle y no hable?

Si Bielsa dejara el fútbol y se recluyera solo a pensar/filosofar –sin llevarse nada del capitalismo-, ¿irían a consultarlo o ya tendrían la profecía autocumpliado, ese regodeo tan preparado de invalidarlo de antemano porque es un antisistema confeso, un tipo que está al margen y no puede tomarse en serio a una persona así?  

Y ahí me queda picando una pregunta en el área chica: ¿pensar un mundo distinto –el que fuere- ya es inválido?   ¿Me van a buscar una etiqueta invalidante si veo injusticias por todos lados?  

Si es Bielsa o son mi tía Betty o mi amigo Pablito quienes proclama una idea, ¿ya nos resulta imposible pensar un mundo distinto, una sociedad distinta, un modo de organización social o de distribución de riquezas –en el deporte, en la vida misma- que no sea el actual?

Y aun dentro del sistema, ¿todo es tan perfecto que nadie puede deslizar críticas? ¿De verdad que ya no es posible correr las fronteras conceptuales de hoy? ¿Ya está clausurado el intercambio de ideas?  

En caso de que Bielsa no pueda decir que Sudamérica se está quedando sin grandes equipos porque se llevan a los cracks a los 17 años, siento que muchos de sus críticos están ahí nomás de justificar el colonialismo: la forma en que Europa extrajo y se enriqueció –de manera salvaje, no había fichajes para regodeo de muchos- con las riquezas naturales de América. De toda América (y de África, por ejemplo, pero no nos vayamos de mambo).

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A mí, Bielsa me parece un “señor”: un hombre mesurado, inteligente, alejado del glamour, de las sobreactuaciones. A veces se pasa de rosca con ciertas cuestiones conceptuales. ¿Y qué? A nadie debería importarle qué opino yo de Bielsa. Si me cae 10 puntos o 4.  

Bastaría con que se pongan a repasar entrevistas profundas (no esos reels, no esa fragmentación o atomización del mundo) de muchos de los jugadores que dirigió en Selección y en clubes. Repasen a cuántos deportistas les cambió la cabeza, les abrió mundos nuevos, les dejó una huella imborrable.  

Hay que ser muy especial para dejar ideas, para cambiarles la mirada a los deportistas cuando no le diste de comer nada a esa máquina trituradora que te pide éxito y fama de manera voraz.  

Y me detengo, además, en los periodistas –los de sueldos suculentos y los que quizás andan arañando el mango- que salieron a cruzar a Bielsa, que fueron con los botines de punta porque desafió a otro periodista. Un corporativismo de cartón.

Periodistas que saben como pocos la realidad espantosa de sus colegas quieren invalidar las ideas de Bielsa porque Bielsa es parte del capitalismo futbolero. Periodistas que saben que la mayoría de sus colegas tienen dos o tres laburos y aun así no llegan a fin de mes. Periodistas que conocen la maquinaria asquerosamente despiadada y la relación de fuerzas desbalanceada entre grandes medios y laburantes.

Periodistas que ven a diario cómo se pauperizan los laburos y esencialmente la vida de sus colegas. Periodistas que se molestan con Bielsa porque quizás en esas palabras, en ese San Pablo poderoso que ganaba Copas Libertadores, había otro mundo (¿un cachito menos desigual?). Un mundo y un fútbol en los que Sudamérica no solo eran las minas de Potosí de hace siglos, el litio que se viene a llevar Elon Musk o la cantera inagotable de futbolistas que nacen por estas tierras y que solo alimentan la maquinaria de los poderosos de siempre.

Periodistas que escapan a pensar en el poder y en las injusticias. Periodistas…

Nota de redacción: Gracias Gabriel por permitirnos compartir este texto "largo".

(*) Gabriel Rosenbaun: autor de la biografía del entrenador multicampeón con Atenas de Córdoba y medallista dorado olímpico en Atenas 2004 con la Generación Dorada. Ex ESPN y otros medios.

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