Grandes shows de Los Piojos y Ca7riel y Paco Amoroso Cosquín Rock 25, Día 2: desatar la fiesta

La regresada banda de El Palomar dio un show de tres horas que coronó un fin de semana de altísima intensidad. La segunda jornada alternó lo urbano con el rock de pura cepa

ESPECTÁCULOS17/02/2025Neuquén NoticiasNeuquén Noticias
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“Lo único que quiero e’bailar”, cantan Ca7riel y Paco Amoroso en su tema “Cosas ricas”, y eso fue lo que generaron en su performance en el cierre del Cosquín Rock. El show del tándem, consumado en el ocaso de la tarde cordobesa en el escenario Norte, significó no sólo su consagración como artista referencial de la actual escena musical local, sino que también dejó testimonio de su capacidad para expandir la paleta argentina de estilos hacia confines impensados. Y es que básicamente se convirtieron en una aplanadora del groove, probando sus diferentes matices, alquimia de lo más misteriosa y compleja. Al tiempo que le dio sentido al legado de Illya Kuryaki and the Valderramas, ante medio Aeródromo de Santa María de Punilla.

El domingo se celebró la segunda y última jornada del festival, que contrastó casi diametralmente con respecto al primer día. No sólo en la grilla, sino también en el clima. Si el sábado la lluvia y el barro formaron parte del folklore, durante el desenlace primaron el sol y el calor. Algo similar sucedió con la programación de ambas fechas. Hasta la madrugada anterior, el escenario Norte fue bastión de propuestas de intención rockera, incluyendo lo que hizo Dillom en su performance. Sin embargo, horas más tarde ese tablado recibió a un segmento de la música urbana nacional. De todas formas, el telón lo levantó la impronta gótica de K4, músico que rápidamente hizo del desenfreno y la oscuridad su marca registrada.

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El escenario Paraguay, que en la primera jornada llevó el nombre de Boomerang, y por él deambularon propuestas como la de Turf o Emmanuel Horvilleur, ahora se había convertido en vitrina de la música indie. De hecho, el grupo Fonso y Las Paritarias se encargó de inaugurarlo, y su show fue tan efectivo que uno de los sonidistas del evento se sumó a la actuación para tocar la armónica. La secundó la rapera Lara91K, casi al mismo tiempo que la rockera alternativa Blair, revelación de la escena musical local, la rompía en el escenario Montaña, ilustrado en el fondo por las sierras del Valle de Punilla. Tamaño paisaje fue asimismo el telón de fondo de la banda Sylvestre y La Naranja y de las nuevas bestias del pop nacional: Bandalos Chinos.

Wayra Iglesias, hija de Tete Iglesias, bajista de La Renga, le inyectó blues a su debut en el escenario Norte, tras curtirse dos años en el escenario La Casita del Blues. Todo esto frente a la mirada de su padre, quien disfrutó de su hija respaldada por algunos de los músicos de Ella es tan cargosa. Justo en frente de ella, en el escenario Norte, los raperos Agustfortnite2008 y Stiffy (conocidos como los Swaggerboyz) ofrecieron el acto punk de la fecha. Tanto así que, pese a que se mueven por los terrenos de la música urbana radical y experimental, les terminaron cortando el show previo a terminar. Antípoda de lo que hizo el trapero Bhavi, quien apostó por una puesta más próxima a la de los cuentos encantados. Con castillos, príncipes y princesas y él de elfo.

El trío Vapors of Morphine, en el escenario Paraguay, tuvo el mejor horario para derrochar su minimalismo crepuscular (del que darán cuenta este viernes 22 de febrero en Niceto Club), a las 19. En tanto que Las Pelotas -distinguidos esa misma tarde por su asistencia perfecta al festival- le dedicó en el escenario Norte su show a Jorge Crespo (cultor de la subsistencia de la banda y de Sumo, al lado de Timmy McKern), tras su reciente fallecimiento. Simultáneamente, aunque no fue del todo explícito, la música urbana Nicki Nicole tomó fuerzas, luego de la muerte de su padre el lunes pasado, y dio un show en el que su cover de “Seminare” se descifró como un tributo a él. Más allá de eso, a la rosarina se le vio entera y dio uno de sus mejores recitales, que incluyeron una toma de posición frente a la persecución y hostigamiento del régimen de Javier Milei hacia los artistas cuando, antes de "Dispara" -el tema grabado junto a Milo J-, advirtió: "Con la música no".

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La rama femenina también tuvo una gran representante en La Casita del Blues, donde durante la tarde la guitarrista y cantante Sol Bassa dio un show vibrante, encendido, que desató ovaciones en un par de inspirados solos de guitarra. Y al rato se la pudo ver pero como público en el arranque de la noche en el Sur, donde aparecía uno de los platos fuertes del menú rockero. Skay Beilinson y Los Fakires abrieron con "La luna en Fez" lo que pintaba para noche perfecta, una cabalgata sobre lava eléctrico que pasó por "Gengis Khan", "Oda a la sin nombre" y "¡Corre, corre, corre!" encendiendo a la multitud. 

Así la fiesta fluía con toda naturalidad, pero se torció en el momento menos pensado. "Todo un palo" generó la acostumbrada explosión, y la recarga de sentido con esos brazos en alto en "Cómo no sentirse así..." Y "Ji Ji Ji", por supuesto, provocó una feliz debacle, un bailongo general que fue a truncarse nada menos que... en el solo de guitarra. Ahí, justo ahí se plantó el sonido de la viola, que se resistió a volver, tuvo una breve reaparición pero volvió a flaquear, provocando una despedida temprana por problemas técnicos que fue un baldazo de agua fría. Las cabezas que se meneaban decepcionadas a la salida dejaban un mensaje claro: "¿¿Cómo se va a cortar la viola en el solo de Ji Ji Ji??"

La revancha para el pueblo rockero, claro, iba a llegar más tarde. Hubo quienes se animaron a una nueva caminata de Sur a Norte para paladear un aperitivo de La Delio Valdez -y más que eso, se llevaron un suculento plato, caliente y bailable-, pero hubo una mayoría que llegó a Skay pensándolo también como acampe en la espera del gran cierre de ese escenario, el retorno de Los Piojos. Y los muchachos de El Palomar, veteranos de mil batallas rockeras, supieron aquilatar la experiencia reciente de siete noches en el Diego Armando Maradona de La Plata, reconcentrándola en un show de tres horas que colmó las expectativas de todos. 

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Desde el ganador arranque vintage con la tripleta enganchada de "Arco / Te diría / Yira Yira", un combo que llevó directamente a los dos primeros discos, la banda soltó una tropilla de canciones infalibles. Andrés Ciro hizo "votar" a la gente entre "Fantasma" y "Ruleta", con un obvio ganador certificado en el rugido de la gente en "Sobre mi calle estás y yo ya te coroné". El segmento con Daniel Buira en la batería no solo dejó picos de intensidad con "Ay Ay Ay" y "Shup-Shup", con un estallido general en el combo de "Tan solo" y "Sympathy for the Devil" con Ca7riel de invitado puliendo la guitarra. También dio pie a otro pronunciamiento de los muchos que hubo en el valle este fin de semana, cuando Ciro modificó la letra de "Llévatelo" para decir "Tienen tantas mentiras, tanta criptomoneda, tanta libertad..."

De a poco, como si el tiempo fuera una anécdota, Los Piojos le fueron dando forma a un grand finale para la edición aniversario del clásico coscoíno. Sí, aún faltaban las invitaciones al baile de Luck Ra en el Norte, pero las tempestades desatadas en la otra punta con cosas "Como Alí", "El farolito", "Maradó" y el lúdico "Verano del 92" conformaron una especie de broche de oro a otro fin de semana inolvidable en el Aeródromo. En la madrugada del domingo, la multitud se desperdigaba por la sierra cordobesa buscando la manera de llegar adonde descansar las piernas demolidas. Pero el antídoto estaba a la vista: los pies se arrastraban, pero no parecía haber nadie dispuesto a despegarse la sonrisa satisfecha del rostro.

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