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La Inteligencia Artificial y el "Complejo de Frankenstein"

En 1947, Isaac Asimov acuñó el término “complejo de Frankenstein” para referirse al temor constante de los humanos hacia la posibilidad de que sus creaciones –especialmente los robots con inteligencia avanzada– pudieran rebelarse en su contra. Este concepto ha sido repetido incesantemente en la ciencia ficción, donde las máquinas y las inteligencias artificiales pierden el control o deciden volverse contra sus creadores, a menudo con consecuencias destructivas.

TECNOLOGÍA12/09/2024NeuquenNewsNeuquenNews
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La novela "Frankenstein" de Mary Shelley es una metáfora potente de los peligros inherentes al afán humano de jugar con las fuerzas de la creación sin asumir la responsabilidad de sus consecuencias. De manera similar, la inteligencia artificial (IA) se enfrenta hoy a cuestionamientos éticos, filosóficos y sociales que nos invitan a reflexionar sobre su desarrollo y uso, creando un paralelismo interesante con la historia del monstruo de Frankenstein.

En la novela, el Dr. Frankenstein busca crear vida combinando partes de diferentes cuerpos, uniendo lo mejor de cada uno en una criatura que debía superar las capacidades humanas ordinarias. Sin embargo, su creación se rebela, convirtiéndose en un monstruo que él mismo no puede controlar.

Este "complejo de Frankenstein" es visible en la IA moderna, que, aunque no es física ni orgánica, se construye a partir de vastos datos y algoritmos complejos que pueden funcionar de manera autónoma, tomando decisiones que podrían estar más allá del control humano.

Una de las principales preocupaciones alrededor de la IA, al igual que con el monstruo de Shelley, es la falta de previsibilidad. Las tecnologías de IA, especialmente las más avanzadas como los sistemas de aprendizaje automático, a menudo generan resultados inesperados que podrían tener consecuencias negativas.

La capacidad de los sistemas de IA de aprender y mejorarse a sí mismos ha generado temores sobre el surgimiento de una "superinteligencia", una IA que podría evolucionar más allá de lo que los humanos pueden comprender o controlar, lo que muchos expertos consideran un riesgo existencial para la humanidad.

El riesgo, según varios estudiosos y científicos como Nick Bostrom y Ray Kurzweil, radica en que, al igual que Frankenstein, los creadores de IA podrían no ser capaces de prever todas las implicaciones de su creación.

En un escenario extremo, una IA superinteligente podría volverse completamente autónoma y perseguir objetivos que pongan en peligro la supervivencia humana. Este temor, conocido como la "singularidad tecnológica", se basa en la idea de que, a medida que la IA se vuelve más avanzada, la velocidad y complejidad de su evolución escaparían al control de sus creadores, de manera similar a cómo el Dr. Frankenstein perdió el control sobre su creación.

Otro punto en común es la cuestión de la responsabilidad. En "Frankenstein", el doctor se niega a asumir la responsabilidad de su creación, dejando a la criatura abandonada, lo que lleva a trágicas consecuencias.

En el ámbito de la IA, los desarrolladores, empresas y gobiernos que promueven su uso a menudo enfrentan el dilema de cómo regular y controlar estas tecnologías. Aunque se están haciendo esfuerzos para establecer regulaciones, la velocidad del desarrollo tecnológico supera en muchos casos las capacidades regulatorias y éticas actuales.

Sin embargo, no todas las voces ven a la IA como una amenaza inminente. Si bien algunos, como Elon Musk y Stephen Hawking, han advertido sobre los peligros del desarrollo descontrolado de la IA, otros argumentan que con las debidas precauciones y supervisión, estas tecnologías podrían transformar positivamente nuestras sociedades, mejorando desde la salud hasta la educación y la productividad industrial. La clave radica en encontrar un equilibrio entre la innovación y la seguridad, algo que en la historia de Frankenstein se perdió con trágicas consecuencias.

Finalmente la IA comparte un parentesco inquietante con el monstruo de Frankenstein. Ambas son creaciones impulsadas por el deseo de romper los límites de lo humano, pero enfrentan el peligro de escapar al control de sus creadores.

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La perdida de puestos de trabajo

El avance de la robótica y la inteligencia artificial también ha generado preocupaciones sobre la sustitución de trabajadores humanos en diversos sectores. A medida que las máquinas se vuelven más capaces de realizar tareas complejas con mayor eficiencia y precisión, muchos empleos, especialmente aquellos que implican tareas repetitivas o predecibles, corren el riesgo de ser automatizados.

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Esto ya se observa en la industria manufacturera, logística y, más recientemente, en áreas como la atención al cliente y el análisis de datos. Si bien la tecnología puede mejorar la productividad y reducir costos, el desplazamiento laboral plantea serios desafíos sociales y económicos. No obstante, algunos expertos argumentan que, aunque ciertos trabajos desaparecerán, se crearán nuevas oportunidades laborales en sectores relacionados con el desarrollo, mantenimiento y regulación de estas tecnologías, subrayando la necesidad de adaptarse mediante la educación y la capacitación continua.

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"El problema no es que la Inteligencia artificial pueda eliminar empleos –¡ojalá un futuro donde el trabajo no sea necesario!–, es la desigualdad y la precariedad del sistema capitalista. El monstruo nunca fue Frankenstein, sino la sociedad en la que vivimos". 

Ignacio Escolar

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