
La privatización de IMPSA marca un punto de inflexión en la política industrial argentina. Con un legado de innovación en energía hidroeléctrica, nuclear y renovable, la transferencia de su control a un fondo estadounidense plantea interrogantes sobre la soberanía tecnológica y el futuro del desarrollo nacional. ¿Se trata de un saneamiento financiero necesario o de la pérdida de una pieza clave en la estrategia energética del país?