
La postal es conocida y repetida. Aumentan los despidos, crece el malestar en las bases, los sindicatos amenazan con un paro, y el Estado interviene de apuro. El escenario es el corazón productivo del país: Vaca Muerta. Y el conflicto, lejos de ser menor, revela las fisuras de un modelo que promete récords y futuro, mientras deja en el camino miles de trabajadores.