
¿Qué pasaría si renunciáramos a todo lo innecesario? ¿Si la libertad fuera más valiosa que la aprobación, la riqueza o el poder? Mucho antes de que la austeridad se convirtiera en moda o en eslogan político, los cínicos llevaron al extremo la coherencia entre pensamiento y acción. Sin templos ni escuelas, vivieron en plazas y mercados, desafiando las normas sociales, la propiedad, el poder y hasta el pudor. Con Diógenes de Sinope a la cabeza, el cinismo fue una revolución ética vivida en carne propia.