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La primera santa argentina: Mamá Antula y sus milagros

Para ser declarada santa, la Iglesia católica exige la comprobación de dos milagros atribuidos a la intercesión de la persona en cuestión. En el caso de Mamá Antula, se trata de dos curaciones inexplicables para la ciencia, que tuvieron lugar en 1904 y en 2017.

ACTUALIDAD11/02/2024NeuquenNewsNeuquenNews
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Mamá Antula

María Antonia de Paz y Figueroa, más conocida como Mamá Antula, será canonizada por el Papa Francisco el 11 de febrero de 2024, convirtiéndose en la primera mujer nacida en Argentina que recibe este honor. Su vida se caracterizó por la oración, la caridad y la predicación de los ejercicios espirituales, siguiendo el legado de los jesuitas, a quienes asistió hasta su expulsión en 1767.

Mamá Antula nació en Santiago del Estero en 1730 y falleció en Buenos Aires en 1799. Durante su vida, recorrió a pie miles de kilómetros por el noroeste argentino, ofreciendo retiros espirituales a miles de personas, especialmente a los más pobres y marginados. Fundó la Santa Casa de Ejercicios Espirituales en Buenos Aires, que aún hoy sigue funcionando bajo la dirección de la congregación Hijas del Divino Salvador, fundada por ella misma.

Los dos milagros de Mamá Antula que la convierten en santa

El primer milagro que se le atribuye a la ahora santa argentina es haber curado a una religiosa de las Hijas del Divino Salvador, la hermana Rosa Vanina, quien recuperó la salud en 1904 por intercesión de la fundadora y madre espiritual de esta congregación, justamente Mamá Antula.

De acuerdo a la documentación, Vanina padeció una colecistitis aguda, con todos los síntomas del shock séptico, que en aquella época, sin antibióticos, era mortal. Entonces pidió el milagro por intercesión de la fundadora de su orden religiosa y se recuperó rápidamente. 

La fallecida doctora Adriana Mendía fue la encargada exhumar el cadáver de la religiosa y explicó después de sus investigaciones que "la curación de la monja Rosa Vanina no tuvo explicación científica". Citada por Infobae, Mendía relató: "Hizo una colecistitis, una inflamación de la vesícula que se infectó. Aún hoy, que hay antibióticos, es un cuadro de mucha gravedad. El doctor Sobrecasas, que la atendió, esperaba que su muerte se produjera en horas. Las monjitas que rodeaban su lecho se pusieron a rezar con una reliquia de Mamá Antula -un pedacito de hueso- y le pidieron que intercediera". "Al día siguiente, la monja estaba recuperada".

El segundo milagro ocurrió en 2017 en la provincia de Santa Fe. Fue cuando sanó a Claudio Perusini, que había sido alumno del papa Francisco. Perusini sufrió un "ictus isquémico con infarto hemorrágico en varias zonas, coma profundo, sepsis, shock séptico resistente, con fallo multiorgánico" que lo dejó en estado grave y al que los médicos no le dieron chances de mejoría. 

Ante ese inminente desenlace le rezaron a María Antonia y se produjo el milagro de su curación. La historia clínica fue enviada a Roma para ser evaluada por nueve médicos distintos de otras partes del mundo. Los médicos consultados no encontraron explicación lógica a la recuperación, el Vaticano lo volvió a analizar y estableció lo que hizo Bergoglio, que afirmó que esa curación se debió a la participación milagrosa de María Antonia.

El camino de Antula y su trabajo con los jesuitas

Antula fue una rebelde desde muy joven. A los 15 años “decidió dejar una familia con mucho poder y dinero con el fin de no ser monja y no casarse, eligió una tercera opción que en la época ni siquiera era opción, ir al beaterio de los jesuitas y ayudar a los más postergados y necesitados, donde estaban los niños huérfanos, criminales y mujeres prostitutas”, según relató Nunzia Locatelli, autora del libro Mamá Antula.

La joven se unió a los jesuitas y se enfocó en la promoción y organización de los célebres ejercicios espirituales del fundador de esa orden religiosa, San Ignacio de Loyola (1491-1556).

Tras la expulsión de los jesuitas del país, fue de ciudad en ciudad por las regiones pobres del nordeste argentino promoviendo ejercicios espirituales según el espíritu ignaciano. La audaz protagonista caminó descalza miles de kilómetros del actual territorio argentino impulsada por la fe y por su vocación de ayudar a los pobres y desprotegidos.

En 1779, María Antonia llegó a Buenos Aires por un camino que ahora conforma la Avenida Rivadavia y que entonces era la ruta de esa época, se encontraba "sucia y con el hábito negro que le había entregado un jesuita", por lo que es tratada por los mismos creyentes "de loca, bruja y es apedreada" durante su llegada, relató el párroco de la iglesia Nuestra Señora de la Piedad, Raúl Laurencena.

A pesar de la austeridad que rodeó su vida, cuando llegó a Buenos Aires logró construir la Santa Casa de Ejercicios Espirituales, uno de los principales objetivos de la beata, que pudo levantar sobre terrenos donados y con fondos provenientes de limosnas de los fieles. En solo ocho años, María Antonia consiguió ofrecer los ejercicios espirituales a 70.000 personas. 

Mama Antula falleció el 7 de marzo de 1799 y actualmente el mausoleo que guarda sus restos, declarado "sepulcro histórico nacional", se encuentra en la nave lateral derecha de la iglesia Nuestra Señora de la Piedad, ubicada en Bartolomé Mitre y Paraná, en el barrio porteño de Balvanera.

"En su testamento está escrito, y se conserva original, que ella quiere ser enterrada en el campo santo de la piedad. Después, cuando se hace la basílica actual, cuenta la historia que no encontraban el lugar de sus restos porque ella pidió que fuera un entierro sencillo, de pobre", contó el sacerdote Laurencena.

 

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