La cofundadora de Black Lives Matter: «Una chica negra de mi barrio lo único que ha recibido es violencia policial y estatal»

La activista y artista queer Patrisse Khan- Cullors dejó hace unos meses su cargo en la dirección del movimiento por acusaciones de falta de transparencia. Ahora publica sus memorias, 'Cuando te llaman terrorista', sobre lo que significa ser mujer negra y pobre en EEUU.

INTERNACIONALES 23 de octubre de 2021
Patrisse Khan-Cullors

El 13 de julio de 2013 la activista estadounidense por los derechos civiles Alicia Garza escribió un post de Facebook movida por la impotencia que sintió al comprobar que George Zimmerman había sido declarado inocente de asesino en segundo grado de Trayvon Martin y absuelto de homicidio. Zimmerman era el voluntario de una patrulla vigilancia vecinal en Sanford (Florida, EEUU) que, un año antes, mató a tiros a Martin, un adolescente negro desarmado que volvía a casa tras comprar unas golosinas y cuyo asesinato inició un debate nacional sobre la discriminación por perfil racial y los derechos civiles:

por cierto, dejad de decir que no es ninguna sorpresa. Eso en sí mismo ya es toda una desgracia Yo sigo sorprendiéndome de lo poco que importan la vida de las personas negras y no voy a dejar de sorprenderme. Dejad de ver la vida de las personas negras como una causa perdida. Yo JAMÁS nos voy a considerar una causa perdida. JAMÁS

Y entonces, Patrisse Khan- Cullors, una amiga activista a la que conocía desde siete años antes, contestó con un hashtag: #BlackLivesMatter

Así nació un movimiento antirracista y de izquierdas, feminista y queer que, con la ayuda de la también activista Opal Tometi, que ha puesto en los últimos ocho años el racismo sistémico y la violencia policial en la conversación social y política.

Tras ocho años liderando la organización, Khan-Cullors dimitió de la dirección de Black Lives Matter en mayo de este año tras acusaciones de falta de transparencia en su gestión y ser cuestionada por familiares de algunas víctimas de violencia policial, como la madre de Breonna Taylor.

Cuando te llaman terrorista, sus poéticas memorias sobre lo que significa nacer siendo negra y pobre en Estados Unidos –y que hacen referencia a la denuncia formal que recibió su hermano tras chocar con su coche con una mujer blanca– llegan ahora a España de la mano de Capitan Swing con traducción de Clara Mistral y prólogo de Angela Davis.

Allí, Khan-Cullors, que nació y se crio en uno de los barrios más pobres de Los Ángeles (Van Nuys) pone contexto a esa violencia y opresión sistémica que impide a las personas negras escalar socialmente criminalizándolas. Y lo hace a través del relato personal de su propia experiencia en relación con dos familiares cercanos que la han sufrido –su padre y su hermano– y explorando el autoodio a su raza que asumió a través de los arquetipos de las series y películas, cómo superar la vergüenza de clase y el sentimiento de culpa, cómo la guerra contra las drogas se convirtió en una «limipieza étnica» o por qué el sistema carcelario es la nueva herramienta para fabricar esclavos gratis en Estados Unidos. «Nuestro país es como una versión gigante y terrorífica de esos realities de supervivencia», resume en su libro. Charlamos con ella vía zoom una tarde de principios de octubre y esto fue lo que nos contó:

En estas memorias el activismo no es la construcción de un movimiento puramente político, se entiende como una forma de reivindicar los cuidados cuando el sistema te desatiende. ¿Por qué?

La organización comunitaria en esencia es un acto de cuidar. Es importante diferenciar entre un activista y un movimiento comunitario. Todo el mundo puede ser lo primero, pero no todos pueden formar parte de lo segundo. En una organización comunitaria tienes que tomarte el tiempo para coordinar a tu grupo, asegurarte de que estás haciendo bien tu trabajo y que estás ayudando a crear a la nueva generación de líderes. Y ahí tiene que haber mucho cuidado envuelto. Cuando conoces a los miembros de tu comunidad, te encuentras con personas que han experimentado el trauma desde muchos prismas: racismo, sexismo, patriarcado, violencia policial… y tú les pides que cuenten sus historias. Los que hacemos este trabajo, no lo hacemos desde un lugar de excitación y alegría.

No debe ser fácil.

No, porque en la mayoría de casos también estamos traumatizados. Así que nos cuidamos mientras hacemos este trabajo. Es importante. Yo crecí en una comunidad donde cualquier chica negra sabía que nuestras necesidades no eran atendidas. No teníamos acceso a comida saludable o a un programa educativo en condiciones. Lo único que recibíamos era violencia policial y estatal.

Cuenta que en los inicios de Black Lives Matter se trabajó durante semanas para conseguir que la gente se sintiese cómoda pronunciando las palabras de ‘las vidas de las personas negras importan’ porque, incluso dentro del movimiento, mucha gente consideraba que esas tres palabras en inglés podrían ser vistas como peligrosas o «segregadoras». 

Sabía que la frase era impactante y que ese impacto no iba a ser percibido de la misma forma para todo el mundo. Para la gente negra es un lema que apela a nuestra esencia, a lo que somos, lo que queríamos que viese la gente no negra. Pero creo que más que la frase, lo que realmente asustó a cierta gente es que creamos un proyecto político global. Eso sí que dio miedo. Cuando un grupo de jóvenes negras no es que solo dijesen «las vidas negras importan», sino que también lo politizasen. Y hablamos del mundo del arte, sobre Hollywood y su industria, sobre la economía, ahí es cuando comienza el movimiento reactivo, cuando empieza el auténtico miedo, cuando el lema pasó a organizarse comunitariamente.

Black Matter lives Patrisse Cullors, en una protesta en 2015 tras la muerte de un sintecho al ser tiroteado por la policía en 2015. FOTO: GETTY

¿Qué decir a aquellos que ahora reivindican el #AllLivesMatter (todas las vidas importan) o el #BlueLivesMatter (la vida de los policías importan)?

Depende. Ocho años después, te puedo asegurar que cuando alguien utiliza una de esas dos expresiones, están creando división. Y están adoptando una postura política sobre su posición con respecto al movimiento que lucha por la liberación negra.

Ocho años después escribir ese hashtag, ¿qué ha cambiado y qué ha mejorado? 

Han cambiado muchas cosas. Es un movimiento global y no solo tiene un plan. Justo antes de hablar contigo me ha llegado un mensaje de uno de mis compañeros en Suecia que se está organizando allí. Creo que el mundo entero ha tenido y sigue teniendo un ajuste de cuentas en torno a la justicia racial, que hay muchas comunidades negras en todo el mundo que están tratando de cambiar las condiciones materiales de sus comunidades.

Hemos visto el aumento del compromiso cívico, el aumento de Black Lives Matter de jóvenes, toda la generación que solo entienden una organización política que no les es ajena. Cuando era una niña, la organización política no estaba de moda. Ahora tienes a una generación entera volcada en cambiar el mundo.

En el libro incide varias veces en que Black Lives Matter, cuando se gestó, fue gracias al movimiento queer, interseccional y feminista. Recalca también que en las reuniones iniciales contaban con la participación de mujeres trans. 

Si lo destaco es porque es importante que la gente entienda que vivimos en una sociedad patriarcal y que así se nos han vendido a los héroes de nuestros movimientos sociales, a quienes se les dio una plataforma para que fuesen vistos como el Santo Grial del activismo. Y eso es simplemente falso. Y lo es para el pasado y es falso para el presente. Gran parte de las personas que han estado en la primera línea para hacer cambios, las que han sido los arquitectos de los movimientos sociales, han sido mujeres. Y en este caso, mujeres negras. Por eso era importante dejarlo por escrito: tenía que desafiar esa necesidad de borrarnos.

Black lives matter Las tres fundadoras de Black Lives Matter: Opal Tometi, Patrisse Cullors y Alicia Garza en 2016. FOTO: GETTY

Dice que el sistema penitenciario de EEUU es una nueva forma de esclavitud. 

Técnicamente nos deshicimos de la esclavitud, pero si miras la Constitución de los Estados Unidos, la decimotercera enmienda dice que la esclavitud ha sido abolida, excepto si has cometido un crimen. Y ahí es cuando las personas pasan a ser propiedad de las cárceles, no solo en las cárceles privadas. Son propiedad estatal del sistema penitenciario. Y eso es algo en lo que realmente debemos pensar. La esclavitud es obviamente una historia de deshumanización, una historia de humillación, de castigo, de vergüenza. Lo que se ha hecho es traducir la cultura de la esclavitud al complejo industrial de las prisiones a través de la encarcelación masiva.

¿Por eso quieren abolir las cárceles y la policía?

Sí, el trabajo que he hecho y que muchos de nosotros hemos hecho para desafiar al sistema penitenciario es luchar por la abolición, luchar para abolir todo el sistema. Y cuando digo abolir, realmente me refiero a deshacerme de la policía, deshacerme de las cárceles, deshacerse de los sistemas judiciales, deshacerse de todo el aparato que ha permitido que los seres humanos estén enjaulados. Y en esa abolición entra la voluntad de que imaginar algo nuevo. No puedes simplemente abolir algo. Tienes que imaginar también el reemplazo.

Ese «reemplazo» ahora se tiene en cuenta dentro del partido demócrata de EEUU, pero con reservas y con división. ¿Qué hacer para implantarlo?

Primero tenemos que aprender a aprender acerca de los problemas. No sé nada de España, aún no la he visitado y espero hacerlo pronto, pero en los Estados Unidos tenemos un país que es bastante ignorante. No conocemos nuestra Constitución. No sabemos cómo funciona la política. Eso ha cambiado en los últimos cuatro años. Mucha más gente está comprendiendo el sistema actual en el que vivimos. Pero también estamos sujetos a desinformación y desinformación. Hay mucho que analizar y hay que desmontar los ataques de los supremacistas blancos para llegar a la verdad. Así que tenemos que invertir en nuestra educación, nuestra investigación y nuestro aprendizaje para ir tratando esos temas uno a uno: el tráfico sexual, las armas, la industria penitenciaria, etcétera. Pero todos tenemos que ser parte de ese cambio.

GettyImages-1218448185 Protesta de Black Lives Matter tras la muerte de George Floyd el 7 de junio de 2020 en Los Ángeles. FOTO: GETTY

Black Lives Matter nació con la administración Obama, sobrevivió a Trump y ahora convive con Biden. ¿Han notado una voluntad por el cambio desde 2020? 

En los temas que más me preocupan, como la abolición de las cárceles y la policía, no. Es una administración más segura, pero tampoco la idealizamos como para mostrarse favorable a hacer los cambios que más necesitábamos. Queremos que lo hagan. Presionaremos para que continúen haciéndolo durante los próximos tres años. En este gobierno está Kamala Harris que es, obviamente, la persona que, antes de llegar a la Casa Blanca, ayudó a diseñar el lenguaje de la guerra contra las drogas y que ha formado parte de este sistema, así que necesitaremos tiempo para cambiarlo. Es importante entender que los cambios por los que trabajamos nunca se manifestarán de forma inmediata.

Bamboozled, de Spike Lee, le abrió los ojos de adolescente para entender el autoodio que tenía hacia su condición de ser negra en los medios de comunicación. ¿Percibe un cambio cultural?

Cuando era una chavala no existían todos esos contenidos en televisión o entretenimiento sobre ser mujer negra, queer o trans. Es muy poderoso ver cómo ahora existen todas estas series y documentales en los que podemos mostrarnos y compartir todo lo que está pasando.

Desde que lanzó ese hashtag en 2013 hasta hoy las redes han cambiado de forma exponencial. ¿Cómo lo lleva ahora?

Las redes han cambiado muchísimo. He experimentado una cantidad significativa de ataques de la extrema derecha durante la última década. He sido atacada por los medios de de derechas, por individuos de la derecha y por la anterior administración de forma directa. En consecuencia, mi relación con las redes sociales ha cambiado. Es una herramienta entre muchas otras que utilizo  para tratar la abolición, pero mi estrategia pasa por hacer todo lo posible por concentrarme en lo que creo que debería estar hablando la gente, en lugar de reaccionar a aquello por lo que me increpan.

Esos ataques han afectado a su vida personal. Se le acusó de haber corrompido el movimiento por comprar varias propiedades, pero usted asegura que usó su propio dinero para hacerse cargo de su familia, de su madre y su hermano. ¿Cómo lo lleva? 

Durante mucho tiempo, los medios de la derecha han perfeccionado sus ataques, creando esta visión de quienes lideramos los movimientos sociales para desacreditarnos. He pasado por momentos en los que he sentido esa diana de forma muy personal, pero lo entendí como una confrontación que buscaba dividir a todo un movimiento. Para conseguirlo, apuntan hacia sus líderes. Nuestro desafío, como organizadores y activistas, es recordar que la oposición y la extrema derecha siempre tratará de despedazar a los que son más visibles para conseguir sus objetivos.

El País

Te puede interesar
Lo más visto